Todo parecía ir bien. De maravilla, incluso. Ya estaban comprometidos, aunque ese día Bella decidiera no usar el anillo.
-Tenía miedo de perderlo- respondió.
Juntos se esconderían en el bosque, lo más alejados posible de la batalla que en unas horas comenzaría. Alice había predicho que se aproximaría una tormenta de nieve, pero por ahora irían de camino a un lugar lejos, un punto estratégico. Necesitaban esconder el olor de ella.
Bella en los brazos de Jacob admiraba con parsimonia el verdor del bosque. Intentando controlar sus propios latidos, su presión, sus manos sudadas.
-Sé lo que te provoco. Dentro de ti- le había dicho él. Pero no cualquier latido desbocado significa atracción, y la presión alta de Bella seguro no significaba hipertensión.
La ponía nerviosa. "¿Qué haría si me llega a besar de nuevo?" pensaba, con la mirada fija en los troncos hartos de musgo y otros diminutos seres vivos, a la izquierda de Jake. Romperse la otra mano no era opción. Pensaba y pensaba, con un extraño vacío en la boca del estómago.
Pasaban demasiadas cosas a su alrededor, en un día podía salir con sus conocidos de la escuela, y al otro podía simplemente morir. ¿Verdaderamente se sentía más viva ahora? O era...¿otra cosa? Y eso era tan fácil de resolver, en su pensamiento, convirtiéndose en uno de ellos. "Que me conviertan y este vacío se termine..." razonó, y agradeció, por enésima vez, que Edward fuera incapaz de leerle la mente. Sin embargo, ella es una chica joven, una cría, incluso. Le era fácil no escuchar a su voz interior, ignorarla hasta horas más tarde y encontrar de nuevo otra cosa que la distrajera. Era un círculo vicioso, y Bella parecía estar cómoda con este ciclo. "Pronto me adaptaré a esto", se decía a sí misma.
Ya había estado cerca de la muerte. Dos veces, en realidad. Jamás había experimentado tanto terror como el día en que James le rompió varios huesos y la quiso devorar, lentamente hasta drenarle toda la sangre y envenenar su carne. Sus piernas jamás habían corrido con tanta desesperación como ese día en que evitó que Edward se mostrara al público. Jamás había sentido tanto arrepentimiento como el de aquel momento en que en voz alta, intercambió su vida por la de Edward. Y jamás había sentido tanto alivio como cuando los Volturi los dejaron ir.
-¿Estás bien?- la voz de Jacob y la vibración profunda que esta provocaba en el pecho de él la sacó de golpe de sus propios recuerdos, dándose cuenta que recordar también provocaba cosas en ella, cosas que un lobo podía sentir y oír.
-Si, es una tontería- minimizó ella, aclarándose la garganta lo más sutil que pudo para deshacer el nudo que se le estaba formando, pestañeando repetidas veces para borrar las lágrimas que querían formarse en sus ojos.
-No te preocupes, no te volveré a besar. Al menos no hasta que tú lo quieras- como siempre, Jacob asumió que el mundo de Bella giraba en torno a él.
El escondite que habían encontrado era casi en la punta de una montaña, donde si das unos pasos en falso, podrías resbalar por el desfiladero hacia una muerte segura. Tal vez te mataran los golpes contra la roca y los salientes de la montaña. Tal vez te podría atravesar una rama filosa al final del camino. Pensar en la muerte se había vuelto constante, algo que, de nuevo, se resolvería con la inmortalidad.
La tienda estaba puesta y finalmente Bella podía descansar. Se acercó a abrazar a Edward, con tanta ternura que es como si todos esos pensamientos de hace un rato no hubieran pasado. Ahora estaría bien.
Edward le devolvía la caricia intentando rescatar el olor de su cuello lo más posible para evitar inhalar el hedor del lobo. -Gracias.- le dijo sinceramente a Jacob, a pesar de todo.
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Luna de sangre
VampireEdward x Jacob ... Después de la batalla contra Victoria y los neófitos, eventos dolorosos obligan a Bella a alejarse de Edward, a quien llamaba el amor de su vida, y de Jacob, quien adoraba como a un amigo. Quedando solos, se dan cuenta de sus err...