--No puedo hacerlo...-- al escuchar los chillidos del lobo, Edward dejó de ejercer fuerza alrededor de su cuello. El animal cayó como un costal al ser soltado, respirando frenéticamente y sin poder mover un músculo, seguía con la mirada al otro esperando cualquier movimiento de su parte. Sintió los jalones de sus tendones y músculos al unirse de regreso, no logrando esconder sus jadeos de dolor.
--Prometí que no sería capaz de matarte...aun si ella no me elegía—Edward se dejó caer sobre sus rodillas, tenía un rostro lleno de arrepentimiento y asco hacia si mismo. Se miraba las manos llenas de grietas, lodo y saliva. –Eras la única razón que yo creía que era tan fuerte para alejarme de ella...pero me equivoqué---. Se sintió extraño. Se sintió...derrotado.
Edward resopló y ayudado de su mano, se arrastró hacia donde su pierna. Le quitó lo que quedaba de tela de mezclilla y el zapato que tenía. Ya alguien buscaría una persona lisiada si llegaba a encontrar esos restos. El miembro tenía un aspecto asqueroso. El cristal del que parecía estar hecho se volvía tan negro como las grietas que parecían estar a punto de romperlo. Lo tomó como si se tratase de una prótesis de plástico y metal, de una forma muy impersonal y muy bizarra, y lo acercó a su muslo.
Gritó de dolor al sentir como se unía. Era la primera vez que tenía que hacer esto y jamás imaginó que sería tan doloroso. Apretaba los dientes y hundía las uñas en la tierra en lo que su cuerpo regeneraba el tejido duro como piedra y borraba muy lentamente las partes quebradas, mientras su mente intentaba poner su atención en los árboles que los abrazaban desde sus troncos altos y frondosos follajes.
--Lo único que tu querías hacer era matarla y volverla un monstruo como tú—hiló Jake en sus pensamientos. Se paró lentamente, listo para iniciar de nuevo. --Es horroroso...y pensar que Bella pudo haber tenido que sufrir eso. Me das náuseas—pensó el perro, buscando provocarlo. Edward entonces se levantó, quitándose el otro zapato.
--No quiero volverte a ver en mi vida—anunció, ofendido, y señalándolo como el único culpable. Se fue corriendo, lejos de Jacob, lejos de su bosque.
Él gruñó y ladró increíblemente ofendido. --¡COBARDE DE MIERDA!—tradujo la voz de su mente. Lo buscaría. Y lo mataría, esta vez sin dejarlo dudar.
...
Alice había estado días sin comer bien. Sin probar gota de sangre y sus ojos eran tan negros como un agujero negro capaz de tragar soles y galaxias enteras sin cesar. Pensó mucho en dejarse morir de hambre. Pero su familia se aseguraba de dejarle vasos de cristal en su puerta para que eso no sucediera, y Alice aun era muy débil ante la sangre, por lo que cada noche, terminaba bebiéndolo sin parpadear.
Carlisle llegó a pensar un día incluso en darle una sorpresa y servirle un poco de sangre humana que había guardada en el área de donaciones del hospital, pero imaginó que sus otros hijos serían incapaces de aguantarse y la dejarían sin nada.
Esme por otro lado, se desvivía cada mañana al preguntarle si gustaba salir con ella a cazar. O a preguntarle si sentía bien. O a preguntarle si necesitaba algo, fuera lo que fuese. Pero Alice contestaba con una voz muy débil y queda: --No, gracias. Estoy bien, mamá. No necesito nada, gracias--. Una de aquellas veces incluso Esme se sorprendió porque Alice había bajado tanto la guardia, que le había llamado por primera vez de esa forma.
Y no era sólo Jasper quien se había ido, sino Edward también. Un día, no supieron qué decirle al padre de Bella, Charlie, pues este les llegó de improviso en su patrulla preguntando por él. ¿Qué le dirían? ¿Qué se fue al otro lado del mundo? ¿Se fue a buscar a su hija? ¿Estaría muerto? Nadie sabía a donde pudo haber ido a parar pues el día que llegó con medio pantalón puesto y descalzo, hizo una mochila con toda la ropa que le cabía y se fue, sólo habiendo dicho: --No me busquen--, todo a la velocidad de un parpadeo.
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Luna de sangre
VampirosEdward x Jacob ... Después de la batalla contra Victoria y los neófitos, eventos dolorosos obligan a Bella a alejarse de Edward, a quien llamaba el amor de su vida, y de Jacob, quien adoraba como a un amigo. Quedando solos, se dan cuenta de sus err...