𝐃𝐈𝐑𝐓𝐘 | ❝¿Es hora de hablar o de guardar silencio?
¿Hora de la paz o es hora de la violencia? ❞
𝐄𝐍 𝐃𝐎𝐍𝐃𝐄 Alicia Mikaelson va a Mystic Falls para tomarse algunas vacaciones de Beacon Hills después de soportar traiciones, confusiones del...
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el ruso viene a verme
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Creí que al venir a Mystic Falls el drama sobrenatural sería algo de segundo plano, pero al parecer no. Todo lo sucedido hace solo algunos minutos ya me estaba haciendo pensar seriamente si largarme de aquí e ir al otro punto del mundo para poder tener unas vacaciones dignas.
El bosque de Mystic Falls era mucho más fresco que el de Beacon Hills, más animales viviendo en él y una cascada adornaba el interno bosque. La luna estaba en su punto más alto y eso me pareció precioso. Me quito la camisa y veo la mancha en mi básica que antes era blanca totalmente manchada de mi propia sangre.
Las prendas de ropa terminaron el suelo y mi cuerpo fue hipnotizado por lo cristalino que era el agua de aquel especie de manantial, el frío acaparó todo mi ser y me sentí relajada cuando me hundí por completo disfrutando de los sonidos que la naturaleza me brindaba. No quería ir a casa, sabía el drama que se estaría llevando a cabo en estos momentos.
Salí jugueteando con el agua viendo como mi abdomen quedaba completamente limpio de mi sangre seca, la luna estaba siendo mi único acompañante, pero pensé demasiado rápido, unas hojas siendo pisadas me alertó y me hizo mirar a todos lados.
—No sabía que los vampiros ahora eran ladrones —la voz masculina hizo que me tensara aún más y escuchando el acento marcado me hizo hundirme más en el lago.
—No sabía que los cazadores perseguían a chicas inocentes hasta lo oscuro del bosque —contesto y al fin pude ver su figura hacerse notar.
—No eres una chica inocente.
El desconocido me miraba con suma seriedad una vez salió de entre los árboles y frena hasta el límite del lago, mirándome con los ojos entrecerrados.
—¿A qué vienes? ¿A matarme? —casi hago notar la total burla de mis palabras.
—Me robaste mi daga —me dijo él y yo sonreí.
—Lo tomé como un recuerdo.
—¿De qué?
—De alguien que me salvó —juego con el agua a mi alrededor mientras lo miraba fijamente.
—No lo hice por gusto propio —me aclara, veo como su mano derecha va hacia un costado suyo—. Me pagaron para salvarlos, si fuera por mi la daga que te robaste ya estaría clavada en tu cabeza.
—Nunca nadie me ha dicho algo tan lindo —me burlo, mientras comienzo a avanzar.
—¿Dónde dejaste mi daga? Dámelo —exige.
Yo sonrío aún más mientras negaba con la cabeza, puedo escuchar el filo de algo y en cuestión de segundos siento una ráfaga pasar a un lado mío, siento un ardor por algunos segundos y mi sonrisa desaparece cuando lo veo bajar su arco.
