1

17 2 3
                                    

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Rayos de sol se filtraban entre las cortinas, dando a entender que un nuevo día llegó. Un adolescente de cabellos negros reposaba en su cama. Aún dormido, se le notaba la intranquilidad; sudaba a mares, respirando de forma agitada y, parecía que en cualquier momento iba a gritar. No hace falta ser un genio para saber que el joven pasaba por un mal sueño.

El muchacho finalmente se despertó bruscamente, agitado aún, llevo velozmente su mano a su rostro y, efectivamente, era agua -y también sudor-. Se sentó en el cama y miró a la izquierda, encontrándose con una silueta familiar; su madre, quien no parecía estar muy contenta, aun con el vaso vacio en el cual trajo el liquido. La mujer no decía nada, en su rostro se leía lo que queria decir, conforme con la acción que realizó, se retiró de la habitación del adolescente.

Los minutos pasaban y el joven estaba listo para irse de su hogar, camino al colegio, sin embargo; noto la falta de su madre, quien hace unos minutos estaba en casa.

"Quizás ya salió al trabajo" pensó.

No le dió más vueltas al asunto, tomo su mochila y salió de su morada.

Las mañanas en las grandes ciudades solían estar llenas de estudiantes, desde los niños hasta la universidad, pero en la ciudad donde vivía las cosas son muy distintas, unos cuántos estudiantes iban a pie, usualmente eran amigos muy cercanos. Nuestro protagonista veía lo mismo cada día; los mismos rostros, las mismas casas, los mismos negocios abriendo sus puertas. Lo cual hacía que la tranquilidad del pelinegro fuera incrementando.

El trayecto no fue muy largo y logró llegar a su destino, se quedó esperando a la entrada a su mejor amigo, Umi, o al menos así le decía. Un chico del extranjero, con el cual se estaba llevando muy bien estos meses. La espera no fue muy larga, el chico se presentó con el usual uniforme masculino, con su cabello ligeramente amarrado en una coleta y, un rostro somnoliento.

— Perdón por hacerte esperar, el transporte se tardó. - el chico bostezo al finalizar su oración.

— Eso no me lo deberías decir a mí. Como sea, entremos, antes que sea tarde.

— ¡Ah, sí!.

Ambos entraron al edificio antes de poder meterse en algún problema... Como que no los dejarán entrar (?).

≫ ──── ≪•◦ ❈ ◦•≫ ──── ≪

Todas las primeras horas transcurrieron serenamente, nada fuera de lo común. Nuestro protagonista se dirigió al gran patio que tenía la institución para encontrarse con su amigo. Esperando debajo de un árbol, escucho en la lejanía su voz, forzó su vista y, definitivamente era él.

— ¡Dennis! — exclamó —, lamento la demo-

Fue interrumpido por el golpe de una pelota. El antes mencionado se alarmó y miró a la dirección de donde salió la pelota, al parecer los del primer año estaban haciendo deporte.

Umi se levantó, aún aturdido, no había sido una caricia de los ángeles...

— ¡Oye!, ¿estás bien?. Lo sentimos mucho. — chilló el responsable, mientras que de fondo se escuchaban las risas de los demás estudiantes.

Umi forzó una risas y lanzó el balón hacía el chico.— Estoy bien, no te preocupes.

El pelinegro vió todo, aún confundido por lo que había pasado y tal vez y, muy tal vez riéndose de la desgracia de su amigo.

Luego de tan bochornosa situación ambos se sentaron debajo del árbol, a conversar de cualquier cosa, aunque Dennis solo respondía insípido.

— ¡Ah! Por cierto, corre el rumor de que un nuevo estudiante llega a tu clase, ¿es eso cierto?.

— No lo sé y sinceramente no me importa.

— ¡Qué malo! — dijo mientras hacía una mueca exagerada —. ¿Qué tal si es una chica linda?.

— No me importa, ¿en qué me afecta eso a mí?.

La conversación paso al silencio, solo dedicándose a ver a los demás corriendo e interactuando, como los adolescentes normales solían hacer. Dejo escapar un suspiro, en ocasiones quisiera ser igual de extrovertido, a pesar de que tenía a Umi, era su primer amigo en años y el como se conocieron fue una coincidencia.

Entre tantos pensamientos las horas se fueron volando, desde el recreo habían pasado horas, las clases finalizaron, todos despidiéndose en el ocaso, para volverlos a ver al día siguiente. Umi tomo su transporte a casa, así que quedó solo, nuevamente su trayecto a casa. Sin más, tomó el camino que era el próximo a su hogar o, eso es lo que se esperaba.

Entre el camino a casa estaba un lugar que solía ir desde que era muy pequeño, un escape para respirar y sentirse libre. Antes de llegar, se encontraba con un pequeño bosque, en el cual también tenía un estanque. 

Se dirigió a el como solía hacerlo todos los años. Despreocupado, solito su mochila a orillas del estanque, sentándose junto a ella. Arrullado por el sonido de la naturaleza, los peces nadando en el estanque, mientras que el ocaso lleno de colores naranjos se convertían en tonos mucho más fríos, todo era tranquilidad.

Estaba solo en el lugar, conectado por la naturaleza o, eso creía estar. Con el miedo empezando a recorrer su cuerpo, de reojo observó a alguien más.

Definitivamente no estaba solo.


━━━━━━ ◦ ❖ ◦ ━━━━━━
.

.

.

.

.

.

.

.

.

- 855 palabras.

¡Espero hayan disfrutado!
-Alan

Recordar | OriginalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora