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Sus manos se pasearon curiosas por toda la suave piel que se encontraba a su disposición, acariciando con más atención las llamativas marcas turquesas que adornaban de forma tan agraciada la pálida piel del divino chico frente a él.

¿Cómo había llegado a esa situación?

Xiao solo había ido a Mondstadt por órdenes de su maestro, teniendo en mente los problemas que últimamente habían ocurrido gracias a la arconte cryo el futuro de todo teyvat era incierto y el arconte anemo no podía quedarse al margen del asunto.

Todo su plan cambio de forma drástica al encontrarse al chico más bonito que alguna vez había tenido la dicha de apreciar. Aquel bardo que una vez lo había salvado, aquel que encontró en la iglesia a altas horas de la noche después de seguir rastros elementales que solo el arconte del viento sería capaz de dejar.

- xiao...-su labio inferior fue atrapado entre sus dientes al escuchar el suave suspiro que salió de los preciosos labios que de alguna manera u otra terminó degustando con fervor.-

Miro a los bicolores orbes de su acompañante, los cuales brillaban llenos de lujuria que nunca antes le había golpeado de esa manera.

- venti...-termino por decir alatus, sintiéndose tan o incluso más agitado como el desnudo chico entre sus brazos.-

Y es que el no sabía cómo, cuándo o el orden de los hechos que habían ocurrido para que terminara con el arconte anemo mirándolo con súplica y con sus piernas abriéndose en busca de que él diera el siguiente paso, todo en la misma catredal que sus fieles usaban para alabarlo.

¿Pero acaso importaba?

El yaksha nunca se había sentido tan hipnotizado y vulnerable en todos sus años como adeptus, así como también era la primera vez que se sentía tan bendecido o devoto a una divinidad que no fuera la de su maestro.

Pero esto era tan diferente, Barbatos no lo había acogido bajo su ala ni protegido, no se había ganado su lealtad incondicional como Morax lo había hecho al salvarlo y haberle dado otro sentido a su vida.

No, su fresca devoción hacia venti era completamente diferente.

Sus yemas ardían cuando tocaba la piel del trenzado, su propia piel se calentaba hasta el punto de ser un insoportable calor digno del más grande incendio. Pero el quería más, a pesar del picor y de estar sofocandose, él quería más.

Nunca creyó ser capaz de disfrutar de un placer tan mundano hasta que venti empezó a saltar sobre su miembro, hasta que ambos encajaron sus cuerpos y no pudieron parar por más que sus mentes intentarán regresarlos a la realidad. Xiao realmente estaba confuso, su mente estaba tan nublada de una forma en la que nunca había estado, y su frágil corazón latía tan desenfrenado que temía que en cualquier momento el movimiento fuera lo suficientemente fuerte para romperlo.

Tomo la cintura del arconte entre sus manos y tiro su cabeza hacia atrás, soltando suaves y dulces melodías que dejaban más que claro quien era el que tenía el control en esa situación.

- siempre he buscado en mi vida algo de lo que no me arrepintiera - pronunció el adeptus con dificultad poco creíble, haciendo el mayor esfuerzo posible para volver su mirada a los orbes esmeralda que parecían deleitarse con la imagen del yaksha tan vulnerable.- ¿Podría ser usted, mi dios, lo que he estado buscando?

El suspiro complacido del arconte no se hizo esperar, las palabras de xiao fueron un estimulante para él, quién había aumentando el ritmo en el que sus caderas complacian al chico más bajo.

Toda la situación era tan afable para ambos, se sentían en las nubes y a la vez en el más caliente infierno que pudiera existir en teyvat. Se tocaban desesperados, unían sus labios con frenesí y se maltrataban en una búsqueda posesiva de marcar lo que esa noche se sentía tan de ellos.

No eran capaces de separar sus cuerpos, xiao se había entregado en cuerpo, alma y mente a la preciosa divinidad del arconte que había logrado cautivarlo y llamarlo con tan solo una mirada de reojo.

Barbatos no basaba su gloria divina en poder ni dominio, el no necesitaba nada de eso para conseguir lo que él deseaba y xiao era la prueba viviente de aquello.

Xiao, el adeptus que fue pupilo del arconte geo y cuyo pasado lo había aislado de la humanidad, se estaba entregando sin ningún tipo de objeción a quién en esos momentos estaba empotrando contra una de las paredes de la iglesia.

Sus cuerpos se sentían naturales juntos, el calor y la fricción no bajaba su intensidad y las marcas que ambos chicos anemo dejaban sobre la desnudez del otro tampoco.

Se besaron, se sintieron, se probaron y se hicieron con el cuerpo del otro hasta más no poder. Hasta dejar toda la instalación llena de la prueba de lo que a ojos mortales podría ser un vil pecado.

El reloj marco las siete de la mañana cuando la hermana victoria entro a la catredal, soltando un grito histérico en cuanto noto todo el lugar hecho un completo desastre. Por poco y se desmaya.

Ahora, los dos amantes que por poco alcanzaron a escapar se posaban sobre el césped del acantilado estrellado, rodeados por un par de las cecilias que venti tanto adoraba.

No habían hablado más allá de los obscenos ruidos que se dedicaron horas atrás, pero el ambiente tampoco se había tornado raro a pesar de lo que habían hecho.

Xiao suspiro.

- Barbatos. - pronunció después de aclarar su garganta con evidente nerviosismo - quiero más de usted, arconte anemo. - xiao sabía no absolutamente nada sobre como relacionarse, titubeó y pensó mucho antes de poder hablarle al bonito bardo a su lado, al cuál ni sé había atrevido a mirar a la cara. - quiero entregarle mi completa devoción a su divina gloria que me ha cautivado de maneras impensables.

Venti tomo el mentón de xiao, cansado de que esté no lo estuviera viendo mientras hablaba. Sin pensarlo mucho juntó sus labios con los contrarios, dejando a ambas bocas danzar en inexperiencia y adorarse en el tiempo que aún les quedaba juntos.

- xiao, sé mío y yo seré tuyo. - murmuró sin rodeos ni vergüenza sobre los labios que poco antes se había encontrado saboreando.

Ahora venti llevaba consigo a todos lados una flor chingxin y xiao llevaba una Cecilia.

El pacto entre arconte y adeptus, dos amantes destinados que hicieron testigo a la luna llena de la noche en que no se resistieron a darse todo.

Xiao estaba devoto al arconte anemo y este, complacia a su fiel seguidor.





- aphrodite ; xiaoven.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora