✨𝕮𝖆𝖕𝖎𝖙𝖚𝖑𝖔 𝖛𝖊𝖎𝖓𝖙𝖎𝖘𝖎𝖊𝖙𝖊:✨

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Si tuviera que resumir el viaje en avión en una palabra sería: "ansiedad". No dejé de mover una pierna a toda prisa mientras me mordía las uñas, y alguna que otra vez Alex tuvo que darme un manotazo para que no me hiciera daño.

Tenía sentido, mis dedos empezaron a ponerse rojos.

Cuando llegamos a Barcelona sentía unas punzadas insoportables en el estómago, y no era hambre.

Deseaba con todas mis fuerzas que en algún momento apareciera un agujero negro y me absorbiera, impidiéndome volver a salir; o que el suelo se abriera y me tragase para siempre... mi mente suicida llegó a pensar que ojalá que el avión se estrellara.

Alex intentó tranquilizarme, pero yo como la tozuda que era no dejaba de repetir y repetir la misma escena: una discusión como la que tuve con mis padres, pero incluyendo a Alex.

Fui insoportable durante todo el camino, no dejaba de comerme el coco y moverme incómoda en mi asiento del taxi, no sé de donde Alex consiguió toda la paciencia para no echarse a gritarme que me quedara quieta.

Pensé que iría a vomitar cuando llegamos a la puerta de la casa de mis padres. Sentía como todo me daba vueltas, y pensaba que estaba exagerando, pero cuando sentí que Alex me agarraba de la mano con fuerza tras tocar al timbre, entendí que no era la única que estaba aterrorizada.

Todo ese terror se esfumó cuando vi que la puerta se abría y de detrás de esta aparecía mi madre con una sonrisa enorme.

- ¡______! ¡Alex! Bienvenidos, pasad- dicho esto se hizo a un lado para dejarnos entrar en casa, cosa que hicimos algo tímidos y cabizbajos, todavía cogidos de la mano y arrastrando las maletas.

Escuché que cerraba la puerta tras nuestras espaldas mientras entrábamos en el salón, donde nos encontramos a mi hermana y a mi padre sentados en el sofá, de una manera que parecía que estaba esperándonos una mafia rusa o algo así. Aparcamos las maletas a un lado y nos acercamos al sofá. Lucía no dudó dos veces en levantarse y venir corriendo hacia a mí para abrazarme.

Me sorprendí un poco.

- Lo siento- susurró con la voz temblorosa. Sentí una punzada en el corazón que hizo que se me pusieran los ojos llorosos, y le acaricié dulcemente el pelo para que se tranquilizara.

- No pasa nada- dije en voz baja antes de besarle la cabeza-, ya está.

Escuché un sollozo de su parte y no pude evitar sonreír con dulzura. Se separó después de un rato y en silencio volvió a sentarse en el sofá.

Mis padres me estaban mirando con algo de lástima mezclada con arrepentimiento, y mi madre nos señaló el sofá con la mano para que nos sentáramos.

Eso hicimos, y seguido de nosotros, se sentó mi madre.

Hubo un silencio incómodo durante unos segundos, hasta que, para mi sorpresa, Alex decidió hablar.

- Estoy encantado de estar aquí, desde que estoy con su hija he querido conocerles.

Le miré disimuladamente flipando. Es decir, por una parte estaba mintiendo, creo que llegaba a odiar a mis padres por lo que le conté al volver a Madrid.

- Nosotros también lo estamos, Alejandro- habló mi padre acomodándose en el sofá. Esta vez giré la cabeza hacia él, todavía alucinando-. Supongo que ______ te habrá contado lo que pasó el año pasado...- Alex asintió en silencio absoluto a mi lado-, queríamos disculparnos.

- Disculpas aceptadas- soltó.

- No, en serio, mereces...- carraspeó mi madre mientras ella también se incorporaba en el sofá, estaban nerviosos-, perdón, merecéis una disculpa y una explicación.

Nos quedamos en silencio esperando a que empezaran a hablar, y mi madre volvió a hablar:

- Cuando ______ recibía bullying en el colegio, queríamos que fuera mentira. Cuando veníamos a recogerla, te veíamos salir del colegio con tus amigos, pensamos que serías un alumno ejemplar en ese momento y que tú serías la última persona en tocar a nuestra hija de mala manera, pero... cuando nos contó que eras tú quien le hacía esas crueldades y quien nos hizo pagar más de diez gafas en dos años, no pudimos creerlo.

- Sí- continuó mi padre frotándose las manos-, en ese momento nos enfadamos mucho contigo y con tu familia, te odiamos mucho, pero llegamos a la conclusión de que la gente cambia. ______ nos lo dijo, cambiaste y le pediste perdón, pero no quisimos escucharla- ambos dirigieron su mirada hacia mí y yo sentí como mi estómago se revolvía, pero a la vez me sentí aliviada al ver que mis padres ya no odiaban a Alex-. Así que ______, Alex, lo sentimos mucho y esperamos que nos podáis perdonar.

Mi hermana estaba quieta, con las manos unidas en su regazo y mirando al suelo. Alguna que otra vez pude ver que sus ojos se ponían llorosos mientras mis padres hablaban.

Hubo otro silencio, demasiado largo a mi parecer, pero después de unos cinco segundos, Alex soltó un suspiro y asintió.

- Está bien...- de reojo vi que mi padre se enderezaba en su sitio-, disculpas más que aceptadas, no os preocupéis.

- ¿E-En serio?- preguntó mi madre, sus ojos empezaron a brillar.

- Por supuesto.

Mis padres se levantaron y Alex y yo también. Yo no hablé en ningún momento, estuve callada todo el rato al igual que Lucía. Me sentí un poco inútil... es decir, eran mis padres, no los de Alex, y que yo no hubiera participado casi nada en la conversación me hizo sentir un poco apartada.

Papá abrazó a Alex y mamá a mí, le correspondí al abrazo con todo el amor del mundo pero la voz de mi hermana nos hizo separarnos y mirarla.

- ¿Y-Y a mí me perdonáis?- me miró directamente a los ojos, en realidad solo se estaba disculpando conmigo-. ______, n-no debí mirar los mensajes de tu teléfono... eso está mal e invadí tu privacidad, lo siento mucho.

- Por supuesto que te perdono, pequeña- y dicho esto se echó a llorar. Se frotó los ojitos con sus pequeñas manos, y no pude evitar ir rápidamente hacia ella y abrazarla. La estreché contra mi cuerpo para que viera que sí la perdonaba, que la quería más que a nadie y, que a pesar de todo, era mi hermanita pequeña.

Correspondió al abrazo casi al instante, y casi lloré yo también al sentir como su pecho subía y bajaba a toda prisa intentando no llorar fuerte... era mi pequeña.

Cuando me separé le limpié las mejillas con los pulgares y después posé los labios sobre cabeza.

- Te quiero- susurré, para después besarle dulcemente la frente.

- Y yo más a ti- respondió cuando me separé de ella para mirarle con la sonrisa más dulce que había puesto en mi vida.

Te odio... - Alexby y tú © [𝚃𝙴𝚁𝙼𝙸𝙽𝙰𝙳𝙰]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora