Miré con desesperación las paredes, o al menos lo intentaba, ya que la oscuridad en la que me encontraba, hería cruelmente mis ojos. Necesitaba ver el Sol, hallar la manera de escapar de aquí.
Pensé durante mucho tiempo cómo salir de esta cárcel sin ventanas, pero un estruendo más allá de las puertas de plomo, me sacó de mis cavilaciones. Ya no era necesario pensar.
—Vamos —escuché una voz grave—. Es hora de salir de aquí.
Sentí como me elevaban del suelo y corrían conmigo en brazos. Estaba desorientada. Apenas escuchaba el murmullo y andar presuroso de los guardias. Las diez horas en oscuridad absoluta, habían dañado mis sentidos. Caí inconsciente en los fuertes brazos de aquella persona.
Punto y seguido...
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La llave de Némeri.
Lãng mạnMi nombre es Amaia French, y esta es la historia de cómo conocí al famoso ladrón de Némeri: Drako.