Felix ha estado enamorado de Bangchan por mucho tiempo, pero el mayor nunca lo ha tomado en serio y solo se dedica a ilusionar al menor.
Pero un día un chico nuevo hace que Felix empiece a dudar de sus sentimientos hacia su adorado hyung.
¿Podrá Ban...
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Las clases finalmente habían terminado y Felix se dirigía hacia la cafetería de su madre. Iba en su mundo escuchado tranquilamente las canciones de su grupo favorito, Twice, y a través de sus audífonos sonaba la ya famosa canción What is Love. El menor se sentía sumamente identificado con la canción, siempre había sentido curiosidad por la idea del amor, quería experimentar un amor verdadero y sobre todo, correspondido.
Se detuvo a mitad de la acera para agacharse y arreglar las agujetas de sus zapatos, pero cuando se levantó, frente a él vió una escena nada grata para su vista.
Era Bangchan, quien recibía una caja de chocolates y una carta por parte de una chica, Kim Chaewon. Quien veía a su mayor muy esperanzada, Felix suspiró y pasó de largo a la par de ellos; aunque miró a Bangchan por un par de segundos y no pudo evitar derramar un par de lágrimas mientras seguía caminando.
Tenía el corazón roto, otra vez.
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—Felix... ¿estás bien? —preguntó preocupada Eunbi, su compañera de trabajo.
—Oh... lo siento noona, solo estaba pensando en algo —respondió Felix con cierto tono triste.
—Haz pasado muy distraído desde que llegaste... ¿te ocurrió algo en el colegio?
El menor negó y le dió una mirada rápida a su amiga, sabía que podía confiar en ella. Era como la hermana mayor que jamás tendría, pero simplemente no podía decirlo. Ni siquiera sus amigos más cercanos sabían de su enamoramiento. Ante todos, Bangchan y él solo eran buenos amigos.
—No pasa nada, solo estaba pensando en las tareas que debo hacer —forzó una sonrisa y siguió limpiando una de las mesas.
—Supongamos que te creo —susurró la mayor.
Felix estaba a punto de responder, pero el ruido de una campana hizo que ambos vieran hacia la puerta de entrada. Había llegado un cliente.
—Yo lo atiendo —respondió Eunbi y fue hacia la señora que venía acompañada de un chico.
Felix entró a la cocina y ahí estaba su madre, horneando galletas.
—¿Ya te vas?
—¿Puedo? —preguntó Felix miraba esperanzado a su progenitora. Hoy no tenía la motivación suficiente para trabajar.
—Está bien, solo ten cuidado de regreso a casa. Te pagaré hasta el domingo.
—No te preocupes por eso —sonrió el pecoso—. Te aviso al llegar a casa.
La madre de Felix asintió y este salió nuevamente de la cocina y se dirigió hacia el cuarto de empleados para guardar su gabacha y sacar su mochila. Salió del local, pero antes se despidió de Eunbi.
Lo que el pecoso no notó, fue que el misterioso chico que había entrado hace rato junto a su madre; se había quedado impactado por su belleza.
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