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desde que conociste a ese hombre lo odiabas con tu alma, sabías que él no iba por una familia, iba detrás del dinero de tu madre y por más que se lo dijiste ella solo respondía con un sermón de que solo estabas en un choque emocional porque ahora él ocuparía el lugar en la mesa que una vez fue de tu padre; aunque para ti toji fushiguro nunca sería la mitad del hombre que fue él.
notabas como te miraba de reojo cuando él y tu madre cocinaban, cada que te lo topabas en un pasillo sentías esa aura que solo él tenía, aquella sensación de que te observaba día y noche no te la quitaba nadie, estabas segura de que él no era nadie bueno, no era la mejor elección de tu madre.
cada que podías lo mirabas con desprecio y él te respondía con una mirada de superioridad y burla, porque sabía que nunca te podrías librar de su presencia, al menos hasta que el dinero de tu madre se terminara.
todo cambió hasta que un día, cuando llegabas de la calle y entraste a tu casa notaste el silencio que había, parecía no haber nadie. sin embargo él estaba recostado en el sofá mirando las carreras de caballos; con el tiempo notaste que era un adicto a las apuestas, al escucharte llegar te miró.
—¿dónde está ella?
cuestionaste mirándolo por unos segundos antes de apartar la mirada, no te gustaba verlo a la cara, específicamente a aquellos ojos verdes de perdición.
—salió con sus amigas.
respondió sin apartar la mirada de ti, te sentías incómoda y vulnerable.
—de acuerdo.
comenzaste a caminar lo más rápido posible hasta la segunda planta para entrar a tu habitación y no salir hasta que tu madre llegara, sin embargo, fuiste interceptada a mitad del pasillo del primer piso, no sabías en qué momento se había levantado y te había acorralado contra la pared, tu corazón latía de manera frenética, sentías que saldría de tu pecho en cualquier momento.
