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desde aquél día ya nada era igual, toji y tú se habían acercado más incluso llegando a establecer conversaciones frente a tu madre, a lo cual ella sonreía sabiendo que por fin se llevaban bien, aunque no supiera la historia detrás de aquel repentino acercamiento. las provocaciones no pararon, insinuandose incluso frente a tu madre de manera discreta, tocando tu trasero cuando ella no estaba observando o fingiendo abrazarte por detrás para que sintieras su dureza en tu espalda baja.
varias fueron las veces y los intentos donde estuvieron a punto de rebasar aquella línea de solo roces, pero de una manera u otra siempre se veían interrumpidos, si en un inicio lo odiabas ahora agradecias que tu madre fuera tan despistada y cegada de amor por el azabache que nunca se daba cuenta de aquello que hacían a sus espaldas, incluso pasando por alto aquella vez donde estabas sentada en sus piernas mientras veían una película, sonrió tontamente al verlos tan unidos, como una verdadera familia, pero toji y tú en realidad estaban frotándose con disimulo buscando aliviar aquella presión en sus partes.
te sentías terriblemente mal por ella, pero no podías resistirte al cuerpo del fushiguro.
temías haberte vuelto adicta al cuerpo de aquél hombre.
—por favor cuídense y si sales no llegues tarde.
recalcó tu madre saliendo de la casa y mirándote de manera amenazante, sabía que te gustaba desaparecerte por ahí hasta pasadas las dies de la noche, toji y tú la estaban despidiendo desde la entrada, el mayor tomándote de la cintura mientras se despedía con un ademán de mano. la mujer subió al auto y lo puso en marcha para perderse por la carretera.
sentiste los gruesos dedos del hombre clavarse en tu carne y ahogaste un quejido por la fuerza que era aplicada, sus ojos verdes se dirigieron a ti y con una sonrisa se aproximó a tu oído.
—¿continuamos lo del otro día, cariño?
asentiste sintiendo tus piernas temblar, estabas ansiosa y aquel mínimo roce de su aliento en tu oreja había bastado para que el deseo inundara tus sentidos. rió levemente al ver tu sumisión y ambos entraron a la casa cerrando la puerta.
