01 - (Raziela) La caída

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- No te lo tomes a mal, Raziela. Ya sabes que no es nada personal -. A pesar de estar en un callejón bastante oscuro, el ángel Amenadiel parece iluminar todo a su alrededor.

- Ya, claro. Papá te dice "ve y tira a tu hermana en un callejón mundano" y tú vas y lo haces con una sonrisa -. Esta joven está de rodillas en el callejón. Lleva un sencillo vestido blanco, lleno de manchas propias de la suciedad del sitio. En su espalda se pueden apreciar dos grandes cicatrices.

- Sin rencores -. Responde el ángel justo antes de alzar el vuelo y desaparecer.

(¿Y ahora qué hago yo?)

La joven se levanta y trata de sacudirse un poco el vestido. Hace un par de gestos extraños con los hombros, pero al rato bufa y para.

(Usar mis alas no es una opción)

Una risa masculina se escucha en lo alto del callejón.

- Tendrías que haberte visto intentando sacar tus alas, ¿no te han dicho que sin magia angelical no funcionan? -. Pregunta entre risas este extraño, que está sentado en el tejado de uno de los edificios que hacen contacto con el callejón. Antes de que la muchacha pueda quejarse, unas alas negras aparecen en la espalda del hombre, captando su atención.

(¿También es un ángel)

- Gracias por el consejo, lo guardaré en mi caja mental de "cosas inútiles" -. Por un segundo se arrepiente de haber hablado, pues el extraño ha descendido y se ha colocado delante de ella. Sus ojos, de un rojo oscuro, brillan con un destello de curiosidad.

- Mírala, que valiente. ¿Acaso sabes quién soy? -. Su pregunta suena más a amenaza que a pregunta. Raziela tan solo puede negar con la cabeza. - Lucifer, rey del Inframundo -. Responde con una sonrisa de superioridad.

(¿El hermano que fue desterrado hace siglos? ¿Cómo puede estar en la Tierra?)

- ¿Te quedaste sin palabras? Suelo tener ese efecto en las mujeres, lo sé -. Su risa corta la tensión que se había formado. - Bueno, gracias por el entretenimiento de hoy, pero soy un hombre ocupado, solo estaba de paso -. Lucifer estira sus alas y alza el vuelo, alejándose del callejón tan rápido que a Raziela no le da tiempo a responder.

(¿Quién se cree que es? ¿Venir solo a burlarse? Tengo que salir de aquí, no he bajado muchas veces a la Tierra pero sé que los callejones, de noche, no son seguros)

Raziela sale del callejón. En la calle, varios letreros con luces de neón parpadean, indicando que muchos de los bares y discotecas están abiertos. No hay mucha gente, pero la suficiente como para saber que es un sitio bastante concurrido. La joven comienza a caminar sin un rumbo fijo, buscando alguna señal reconocible o algún sitio donde poder pasar la noche.

(No tengo dinero mundano... ni mis poderes angelicales...)

Sin darse cuenta, choca contra un grupo de jóvenes. Se disculpa en voz baja mientras trata de seguir su camino, pero uno de ellos la detiene.

- Tienes que mirar por dónde vas, ¿sabes? -. Raziela se aparta de él con asco, pues su aliento apesta a alcohol y sus palabras suenan bastante arrastradas.

- Ya me disculpé -. Trata de esquivarlos de nuevo, pero otro de ellos se coloca delante.

- No tienes pinta de ser de por aquí... -. El nuevo sujeto la mira de arriba a abajo, fijando su ojos en los pies de Raziela, que están descalzos.

(No es un problema luchar con ellos, Uriel me ha enseñado a pelear. Pero... preferiría evitarlo)

Justo cuando ese último joven extiende el brazo para agarrarla, otro de ellos le golpea, evitando que toque a Raziela.

- ¿Qué te crees que haces Tom? -. Se queja el muchacho. Sin embargo, su amigo Tom no parece escucharle, más bien parece estar en una especie de trance. Vuelve a intentar golpearle. Raziela aprovecha ese momento para escabullirse.

(Algunos mundanos me asustan)

Sigue caminando, a paso rápido para dejar atrás al grupo. Al rato, tropieza con algo en el suelo. Una pequeña cartera de cuero ha hecho que casi se coma el suelo. Raziela mira a su alrededor, buscando a alguien cercano que pueda ser el dueño de la cartera, pero no hay nadie tan cerca.

(Supongo que no importará si tomo prestado algo de dinero....)

Recoge la cartera y revisa su contenido, sonriendo al darse cuenta de que hay bastante dinero. Aunque rebusca en todos los huecos, no es capaz de encontrar ningún documento del dueño de la cartera.

(Necesito buscar un sitio para quedarme... y algo de ropa mundana)

Al final de esa calle es capaz de distinguir un cartel que pone "Motel", aunque la "O" parece estar fundida. Se acerca a la puerta del local y entra. La recepción es bastante pequeña, solo está el mostrador y dos sillas que parecen salidas de un basurero. La recepcionista alza la mirada de su ordenador.

- ¿Pueda ayudarla con algo? -. Pregunta bastante irritada.

- Esto... sí... me gustaría... pasar una noche aquí, si puede ser, claro -. La voz de Raziela suena bastante nerviosa.

La recepcionista la mira con aburrimiento mientras teclea un par de cosas en el ordenador.

- Son quince euros. No hay agua caliente y la televisión tienes que pagarla a parte -. Deja una llave en el mostrador mientras extiende la mano, esperando el dinero.

Raziela saca un par de billetes de la cartera y se los da a la señora. Después de darle las gracias, coge la llave y va a su habitación.

La habitación es pequeña, tan solo tiene una cama, una mesa de noche, un baño (que no tiene ducha ni bañera) y una televisión que parece estar apagada. Raziela arruga la nariz al entrar, pues parece que llevan días sin limpiar.

(Solo necesito dormir un poco... sin mi magia estoy agotada...)

Se tumba en la cama, sin abrir las sábanas y, tras unos minutos en los que su cabeza no hace más que recordarle todo lo sucedido, se queda profundamente dormida.

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⏰ Última actualización: Oct 19, 2021 ⏰

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