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— No están interesados en negociar — tengo serios problemas con Noruega, no quieren mis tierras —al menos, no todas—. Quieren que me entregue a ellos, eso es exactamente lo último que pasará. En mi jodida vida me entregó, primero muerto. Eso lo juré por el honor de mi Mafia, cuando me convertí en jefe.

— Perfecto, yo menos — no me interesa lo que tengan para decir los jodidos "Vikingos". Según ellos son temibles por sus métodos de tortura.

— Señor, piénselo.

— ¿Pensar? — asiente, ¿acaso no entiende que es lo único que hago? — Bien, déjame considerarlo... No. Que se jodan.

— Pero, ¡Señor! — grita cuando salgo del despacho con un portazo.

Hace más de diez años capture al hijo de un capo, por esa época quería venganza por la muerte de la única mujer a la que he amado. Los sentimientos ya no están permitidos para mí, literalmente. Se consideran una distracción, obviamente lo son. Aprendí de mi error.

Cuando tuve a Alonso entre mis manos, lo torturé y traje a hombres para que lo violaran. Arrancaron sus dedos y lo obligaron a comérselos. Esa fue la mejor parte, pero también la más comprensiva, comparado con lo que hice después con él y su cuerpo.

Soy un desalmado, antes estaba orgulloso. Ahora lo soy para sobrevivir. Primero muerto, antes que poner a mi Mafia en riesgo. Ni siquiera por mí.

El teléfono suena y contesto, deseando que sea otra muerte.

— ¿Quién mierda eres? y ¿Qué carajos quieres? — un suspiro femenino sale de las bocinas — Les doy un segu...

— ¿Anker? — esa voz... — Por favor, ayúdame.

— ¿Zinerva? — observo el número, no tiene sistema de ubicación.

— ¡NO! — un grito desgarrador sale de su garganta — ¡No, ahí me duele. Por favor no!

— Tóquenla y los mato cabrones — hablo lo más calmado que puedo.

— Creo que no estás en posición de negociar.

— Hijo de perra, dame a Zinerva y pensaré en la posibilidad de hablar contigo.

— Esto es lo que vamos a hacer, queremos a uno de tus hombres...

— Váyanse a la mierda — interrumpo su imposible discurso.

— Y cuando lo tengamos, pensaremos en la posibilidad de no follarnos a esta preciosura de ocho, en ocho — continúa ignorando mi advertencia.

— Fóllatela, ¿creíste que me importa? — un suspiro audible se escucha a través del aparato.

— ¡Quítenle la ropa!...

— ¡NO!, ¡NO — «mierda». Intento colgar la llamada, pero la siguiente frase me cabreó como ninguna otra.

— Jefe, la chica es virgen — presentía que Zinerva es virgen, pero escucharlo en la boca de un jodido noruego, me termino de molestar.

— Penetrala, asegúrate de que Franco no respete ni a su propia nieta — un gruñido sale de mi boca. Nunca he accedido a una negociación, ni lo he considerado.

Los sollozos de Zinerva vuelven a presentarse en la llamada.

— Jefe, el video está listo — en ese momento, llega una videollamada a mi móvil personal.

Deslizo el dedo contestando.

Zinerva abarca toda la maldita pantalla, tiene las piernas encadenadas a ambos lados de la silla, —que una de sus funciones es torturar—. Los malditos noruegos, la tienen encerrada en un cuarto sucio, con mierda alrededor. Su preciosa cara, está igual de roja que su pelo y eso no me gusta.

— No les conviene provocar al Boss de Italia, Antonio — expongo un poco más alterado y molesto de lo que debería — No eres natal de la bratva. No eres nadie, tú hermano lo fue. Lastimosamente, lo mate antes de que pudiera ocupar un rango mayor.

— ¡Cállate, Ritzzo! — Antonio habla, haciendo que Zinerva se retuerza en la silla, negando y llorando al mismo tiempo — ¡Quítenle el sujetador y enseñen sus bonitos pezones a toda la bratva!

Cuando el escalvo que hablo hace un momento, toca sus tetas tratando de quitarle la prenda desgarrada...

— ¿Que mierda quieres, Antonio? — el hermano de Alonso apareció en la pantalla, cubriendo el cuerpo de Zinerva.

— ¡Valla!, El temible Anker, finalmente está dispuesto a ceder — su cínica sonrisa se ensancha al momento que expone lo siguiente — Este momento es histórico y la sangre roja lo logró.

— ¿Cuánto quieres?, ¿Cincuenta millones? — empiezo a negociar — ¿Cien?

— No quiero dinero, Ritzzo — escupe a la cámara y hace un movimiento para indicar al esclavo, que haga lo planeado.

El maldito animal, arranca el sujetador de Zinerva y ella grita cubriendo sus pechos con los codos, lo cual funciona.

— Vamos Antonio, Trescientos millones y me la entregas — no puedo dejar que me dobleguen, «tarde para ese pensamiento». Lo que expuso antes, es cierto, nunca he negociado.

— Octavio Cattzo. Eso es lo único que va a impedir, que meta mi verga en esta zorra.

«¡Jodida mierda!»

— Sabes que no puedo hacer lo que pides.

— Y tu sabes que en cuestión de segundos, está chica va a presenciar una orgía, con su cuerpo como protagonista — mis nervios aparecieron, ¿que mierda hago?...

— Lo siento, no puedo — colgué la llamada, con una seca respuesta.

Pero imagine las formas en las que la pueden torturar, «yo mismo las he ejecutado»

Así como colgué, volví a llamar. «Maldita sea»

— Acepto — Zinerva voltea a la cámara, observándome con enojo. «Te acabo de salvar, maldita cría»

Cuando terminan de desatarla y quitarle la cuerda, —que tenía amarrada en la boca—. Se acerca y observa fijamente a la cámara.

— ¡Jodido idiota!, ¡muérete! — esas fueron las últimas palabras que escuche antes de colgar fuertemente.

Definitivamente esta desquiciada, no vuelvo a poner mi dignidad en juego.

Pero aquí estoy de su pendejo, enviando el cuerpo inconsciente de Octavio por correspondencia. «Mi mejor y más leal hombre». La odio.

Pasó toda la tarde pensando en que me doblegaron, me puse a la merced de los noruegos. La primera vez que alguien lo consigue, en toda mi vida y algo me dice, que no va a ser la última.

Se comunicaron conmigo, no con su abuelo. ¿Ella lo pidió de esa manera?

O simplemente sabían que disparé en el museo, —por culpa de ella—, y quisieron sacarme al mejor de mis hombres. Lo cuál funcionó.

Cedí, ¡Carajo, cedí!

Y lo haría otra vez, ¿porqué mierda no quiero que la toquen?

Recibo un mensaje del mismo número en el que hable con Antonio.

"Dejamos a Zinerva en la puerta de tu casa, está drogada e inconsciente. Ya recibimos nuestro paquete".
"Siempre es un placer negociar contigo".

— ¡Puta madre! — se burlan en mi cara, malditos cabrones.

Abro el ordenador y entro en las cámaras, dejando a la vista un cuerpo envuelto en una bolsa, recargado en la entrada.

«¿Y ahora que hago con esta cría?»

INEFABLEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora