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Que irónico era.

Según él, era totalmente estúpido. Ahora tener que mirar por todos lados, en las ventanas, puertas, e incluso mirar a las personas, algo que, por supuesto no era para nada de su agrado, por lo menos así había sido los últimos meses.

Sin embargo, desde ese día un sentimiento que él mismo denominó como "curiosidad", se apoderó de su cuerpo. Quizás era simplemente la ansiedad que le provocaba devolver algo que no era suyo. Aún podía recordar las palabras de Shikadai, diciéndole que era la excusa mas estúpida y poco creativa que había escuchado de él, y tenía que reconocer, que toda su vida se había inventado algunas justificaciones poco convincentes.

Aunque, ya pensándolo de forma concreta, era poco probable que aquella chica de nombre desconocido estuviera en la misma escuela que él, no recordaba haberla visto con el uniforme que sus compañeras utilizaban.

Resignado por el momento, se recargó en el respaldo de su pupitre, mirando por la ventana totalmente distraído y ajeno de todas las voces a su alrededor.

-Uzumaki- escuchó que le llamaron. Volteó rápidamente-. Espero esté poniendo atención, no creo que los pájaros y las nubes sean mas importantes que el tema que estamos viendo ahora mismo.

-Lo siento, no volverá a pasar- se disculpó, reacomodando su compostura, mirando hacia el frente.

-Claro- dijo enmarcando una ceja-. Y para asegurarme que no volverá a pasar- lo señaló con la pluma que tenía en su mano-. Se quedará a limpiar el salón cuando terminen las clases ¿Quedó claro?

A regañadientes, asintió. No quería mas problemas de los que ya se había buscado por estar pensando tanto en algo que, le estaba tomando mas importancia de la que debería.

Terminando la clase, se dirigió a su lugar de siempre, sentado en un lugar "lejano" mirando a las personas. Solo.

Cerró los ojos sintiendo el aire frío recorriendo su rostro y moviendo su cabello, degustó la comida que había traído en su bento y lo dejó a un lado. Escuchó algunos pasos detrás de él, volteó sin ganas revirando los ojos, ahora empezarían a molestarlo en su sitio, se malhumoró.

-Tranquilo Gargamel, solo soy yo- alzó su brazo derecho mostrando quien era, al verlo, se tranquilizó-. No te he visto en todo el día- se sentó a su lado-. Me preguntaba donde estabas, así que, sin romperme tanto la cabeza, la respuesta me llegó muy rápido.

-No es como que pueda estar en otro lugar- respondió con obviedad, dándole un mordisco a su sándwich.

Shikadai carcajeó- ¿Sigues sin encontrar a la chica que te rompió la nariz?- preguntó curioso-. Debo admitir que tienes gustos extraños, nunca pensé que te obsesionarías con la primera persona que te golpeara el rostro con una puerta, excéntrico.

-No me obsesioné- dijo el rubio-. No puede provocarme eso una persona a quien ni siquiera le vi el rostro. Solo quiero deshacerme de esto- sacó el pañuelo del bolsillo de su chaqueta.

-Como sea- colocó ambos brazos detrás de su cabeza-. Si sigues con eso, probablemente te volverás loco, las probabilidades de que estudie aquí pueden ser bajas o altas, la ciudad es muy grande y el café no es muy conocido por aquí- terminó su oración y puso su vista en su amigo, quien estaba perdido con la mirada gacha, suspiró con pesadez, colocó una mano en su hombro para sacarlo de sus pensamientos, algo que funcionó-. Ya es hora de que avances, Boruto.

Él no respondió, sabía de que hablaba, y sabía también, que su amigo tenía razón. Sonrió de lado y asintió bajando la vista mirando sus zapatos, no hizo falta hacer mas, pues recibió el mismo gesto como respuesta. El pelinegro se levantó, alzó su mano como despedida, no sin antes detenerse para decirle una ultima cosa.

ComplicidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora