La alarma sonó. Lo que provocó que abriera los ojos rápidamente, de mala gana se tapó el rostro con la almohada.
Pasados algunos segundos, se levantó 'casi' golpeando el despertador, cuanto odiaba tener que apagar la alarma todos los días a la misma hora. Simplemente por el hecho de que ya sabía lo que le esperaba en su día.
Se miró en el espejo de su habitación, suspiró, las ojeras no desaparecerían por arte de magia. No había sido una noche agradable la que había pasado, sabía perfectamente que eso pasaría, llorar por un par de horas iba a cobrar facturas.
Miró su celular, aún era temprano.
Bajó las escaleras con lentitud. Por cada escalón, el sonido de las voces aumentaba. Paró en seco, con su mano apretó el barandal, cerró fuerte sus ojos y terminó de bajar. El ruido de los platos se hizo claro, entró al comedor y abrió la silla más cercana.
-Buenos días, hermana- dijo con voz amistosa.
No contestó, miró su plato dubitativa.
-Hasta que bajas, tu alarma sonó muchas veces, creí que no despertarías- habló su madre detrás de ella.
-No tuve un buen día ayer, simplemente no tenía ganas de levantarme- comentó desganada-. Felicidades por lo de ayer, Deisuke.
El mencionado sonrío, y sus mejillas se tornaron de color rojo, avergonzado.
Nada más fue agregado a la conversación, por lo que el desayuno permaneció en silencio. Se levantó una vez terminado, tomó su mochila y la chaqueta que estaba encima, para después salir de su hogar.
-¡Espera!- gritó su madre antes de abrir la puerta-. ¿Quieres... quieres que te lleve?- preguntó.
-No mamá, gracias- dijo sin mirarla, salió de ahí y cerró la puerta detrás de ella-. Así estoy bien- suspiró y comenzó a caminar.
No vivía muy lejos de la escuela, por lo que sería un camino corto. Sin embargo ella misma prefería hacerlo largo, sus pasos lentos le permitían relajar su mente.
Odiaba tener que pasar esas conversaciones incomodas cada mañana, intentando aparentar que nada sucedía, que todo estaba bien. Obviamente ese no era el caso. Ella no encontraba motivos, ni justificaciones, simplemente no entendía nada de lo qué pasa ni porqué pasaba.
Su celular vibró en su bolsillo.
"ChōChō"
-¿Hola?
-Sarada, soy yo- dijo su amiga.
-No lo sabía...- contestó con sarcasmo.
-Uy, que humor, amanecimos bravas- se arrepintió inmediatamente después de haberlo dicho, sabía que eso provocaría mas mal humor-. ¡LO SIENTO, ERA BROMA!- aclaró su garganta-. Ya en serio, te llamaba para decirte que no iré hoy a la escuela...
-¿De verdad?- paró su andar y preguntó la pelinegra con decepción.
-Si, lo siento, tengo algunas cosas que hacer- dijo en voz baja-. Bueno ya debo irme, nos vemos Sarada.
-Nos vemos- colgó.
Con sus manos masajeó su sien, no quería pensar que de nuevo, tendría un mal día.
En los últimos meses, o quizás desde hace más tiempo, era costumbre para ella que casi siempre todo saliera mal. Quizás se debía a lo negativa que era con respecto a lo que pasaba o pasaría.
Había llegado justo 10 minutos antes de que iniciaran las clases, una costumbre de ella. Se sentó, como siempre, hasta el frente.
El aula ya había comenzado a llenarse pasados 5 minutos, y para Sarada fue un alivio que eso sucediera.
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Complicidad
Fanfiction-. Es muy tranquilo y silencioso. Tenías razón, nadie viene aquí. -Es como mi escondite del mundo y de los demás ¿Tú no tienes uno?- preguntó curioso. Ella no entendió. -¿Vienes aquí todo el tiempo? -Siempre que quiero alejarme de todos- él respondi...