Capítulo 1

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La niebla matutina aún se cernía sobre las calles adoquinadas de Grestin cuando Nikolay abrió la puerta de su apartamento. El sol apenas comenzaba a asomarse entre los edificios grises que delineaban el horizonte, lanzando un brillo pálido sobre la ciudad que despertaba lentamente. A pesar de la temprana hora, la plaza central ya bullía con vendedores ambulantes y trabajadores que se apresuraban a sus empleos, todos envueltos en abrigos pesados para combatir el frío cortante del amanecer.

Una voz femenina detuvo al joven antes de que cruzara por la puerta. Era la pareja del joven, Alisa Novikova:

- ¿No te vas muy pronto al trabajo...?

- Quiero ser puntual, cielo. Hoy es un gran día

La joven dejó un beso en la mejilla del inspector, para luego cerrar la puerta sin dejar de mirarlo con una cálida sonrisa.

Nikolay ajustó su gorra y se adentró en el bullicio, su aliento formando nubes efímeras en el aire helado. Pasó junto a la estatua de los cuatro fundadores de la nación: Arseniy, Dmitry, Yidl y Pavel. Unas figuras imponentes que miraban hacia el futuro con determinación, recordándoles a todos los arstotzkos la fortaleza y resiliencia que se esperaba de ellos.

Hoy era un día importante. Después de años de servicio leal, él tenía una entrevista con el general Roboff para un ascenso dentro del Ministerio de Admisión. Si todo salía bien, dejaría atrás su puesto en el control de fronteras para asumir una posición de mayor responsabilidad y, con suerte, mejoraría la vida de su familia. O bueno... Más bien la que le quedaba al joven, ya que sus padres fallecieron en la guerra gracias a un ataque de bombarderos kolechios. 

A pesar de que no se llevaba bien con ellos porque nunca aceptaron su trabajo en el entorno militar, los echaba mucho de menos.

Mientras caminaba, repasaba mentalmente los documentos que había preparado meticulosamente la noche anterior. No había espacio para errores; en Arstotzka, la precisión era tan valorada como la lealtad.

Al llegar a la esquina de la calle Revolución, Niko se detuvo un momento. El aroma del pan recién horneado se filtraba desde la panadería de la señora Petrova, mezclándose con el olor a carbón y metal de la ciudad industrial. Era un recordatorio de que, a pesar de la dureza del régimen, aún había destellos de calidez y humanidad en las pequeñas cosas cotidianas:

- <<Je... Si me dan el ascenso compraré una caja de bollos dulces para llevar a casa>>

Respirando hondo, el joven continuó su camino, decidido a enfrentar el día con la misma firmeza que las estatuas de piedra que vigilaban Grestin y el resto de Arstotzka. 

Porque en este país de líneas y sombras, cada paso adelante contaba.

Y él estaba listo para dejar su marca.

***

Tras atravesar las calles repletas de civiles y proletarios, el joven llegó a su destino... El punto de control de Grestin Oriental:

- <<Allá vamos...>>

La nieve caía suavemente sobre la base fronteriza, un manto blanco cubría las barracas y los tanques estacionados. Nikolay ajustó su uniforme, respiró hondo y se dirigió al edificio de mando. Sus botas dejaban huellas precisas en la nieve, marcando el camino de un joven inspector fronterizo en busca de reconocimiento.

Al entrar, el calor del interior le golpeó la cara, un alivio bienvenido del frío penetrante. Fue recibido por un guardia de la entrada que iba vestido con ropa color verde lima. Era un amigo y camarada de la guerra, llamado Sergiu Volda:

- ¡Buenos días, inspector Essen! ¿No viene muy pronto?

- Привет Volda. Vine pronto porque solicité una entrevista con el general Makarovski... ¿Se encuentra en su oficina?

- Como siempre, básicamente. Tenga cuidado, está algo estresado por el trabajo...

- Sin problema... Gracias, Volda.

Le dedicó una leve sonrisa al guardia y se despidió con la mano. Caminó por los pasillos adornados con banderas y fotografías de héroes pasados, hasta llegar a la puerta del general Roboff. Con un golpe firme en la puerta anunció su presencia.

Una voz grave y cansada se escuchó desde el otro lado de la puerta:

- ¡Estoy ocupado! ¿¡Quién llama!?

- Soy el inspector Essen, señor...

- Mph... Adelante...

El joven obedeció y entró en la oficina.

El general Roboff estaba sentado detrás de su escritorio, rodeado de mapas y documentos, y con un cigarro en la boca. Su mirada, cicatrizada por el fuego enemigo en la guerra, era tan penetrante como siempre; pero Nikolay no se dejó intimidar.

- ¿Permiso para hablar, mi general...?

- Concedido, niño... ¿Qué quieres?

- Solicito un ascenso...

- ¿¡Que!? ¿¡Para esto me obligas a dejar mi trabajo!?

- Señor, el puesto de inspector está bien; pero siento que puedo alcanzar a algo más...

- ¡Y yo también! ¡Ahora mismo podría ser, no sé, un futbolista como Lev Yashin y estoy aquí, organizando relaciones diplomáticas con Obristán y Kolechia! ¡ASÍ QUE NO ME TOQUES LOS HUEVOS, CHAVAL!

El general soltó un bufido y apagó el cigarro en el cenicero, para luego recomponerse y mirar al joven. Lo analizó durante unos minutos hasta que se atrevió a pronunciar palabra:

- Mira, Nikolay... Si te dí el puesto de inspector es porque te vi capaz de llevarlo con naturalidad. ¡Si te asciendo y no demuestras que vales para ello me estaría jugando mi puesto!

- Lo se, mi general... Si usted ve que no merezco el puesto, lo comprenderé y volveré a mi trabaj-

Roboff levantó la mano, indicándole al muchacho que dejara de hablar. Desvió la mirada y se cruzó de brazos, cerrando los ojos a la vez que caminaba hacia la ventana, contemplando la base:

- Está bien. Me has convencido, chaval... Consideraré tu solicitud; pero no te va a salir gratis... Y lo sabes. Más te vale dar lo máximo de tí si quieres ese puesto. De momento seguirás siendo inspector. Por lo menos hasta que termine el mes... Luego veré si de verdad vales para subir de puesto

- ¿En serio? !Oh, gracias general!

- Además... Tengo que dar una buena imagen...

- ¿Mm? ¿A qué se refiere?

El general sonrió levemente y miró al joven inspector:

- Los líderes ya son longevos. En vez de escoger que el pueblo vote han decidido buscar a alguien capaz de sucederlos... Y se han fijado en las principales figuras militares de esta instalación.

- ¿Quiere decir que usted podría llegar a ser líder supremo de Arstotzka?

- Sólo es un tal vez... Además, tengo todas las de perder. Soy un general. Comparándome con los demás puestos militares soy algo casi insignificante...

- Nunca hay que decir nunca...

- Supongo que tienes razón. Venga chaval, vete a la garita de una vez... Casi son las seis en punto y hay que abrir la frontera... Y yo tengo que terminar de organizar esta mierda...

- Si, señor. Ya no lo molesto más

Nikolay salió de la oficina sintiendo que había dado un paso importante. Mientras la puerta se cerraba detrás de él y se dirigía a la garita, pensaba en todo lo que tendría que rendir.

Desgraciadamente una alarma comenzó a sonar. Algo ocurría en el bloque carcelario de la base...

Un intento de fuga...




//Mm... Bueno. Primer capítulo reescrito.

//Siento que está algo insípido; pero bueno... Es el primero al fin y al cabo.

//Veamos por dónde terminan yendo los tiros...

=[Sellos y Sangre]=Donde viven las historias. Descúbrelo ahora