Sabito

488 51 4
                                    

Sabito no era el tipo de chico que encajara en ese perfil, ni en personalidad, ni en nada. Sin embargo, ahí estaba, desafiando a las etiquetas sociales del mundo.

Al principio -y aún en la actualidad- escucha indiscretos comentarios sobre la razón de su ingreso. Todos dicen lo mismo de forma diferente.

"Seguramente quiere impresionar".

Lo único distinto es la persona, muchos dicen que es a su dulce amiga de infancia, Makomo, la misma con quien comparte el gusto y que lo ayudo a entrar. Otros pocos prefieren el misterio y sostienen que es alguien de por ahí. Unos cuantos le hacen el enorme favor de ignorar el tema o guardarse sus tontas -y erróneas- hipótesis.

Sabito no parece ser fan de la música clásica. No obstante, estaba enamorado de ella.

Conocía la biografía entera de los principales autores del género, se aprendió sus éxitos y canciones poco conocidas, la curiosidad lo llevo a investigar sobre los artistas de la época y sus fascinantes resultados le hicieron terminar con una mini exposición hecha a mano que reposaba en su cuarto.

Su amor era tal, que conocía de memoria las notas de Bach, su artista preferido, interpretándolas solamente en el piano que el grupo le otorgó.

Sus dedos iban y venían paseándose por las numerosas teclas de aquel majestuoso instrumento. En cada tacto se escuchaba una perfecta imitación de "El clave bien temporada" cortesía del señor Bach.

- Sabito.

La melodía seso en seco, justo en la mejor parte. El chico miro con temporal odio a la persona que lo interrumpió. Los jóvenes y adultos que se quedaron embobados en su pulida interpretación siguieron con lo que sea que estuvieran haciendo.

Si ese chico quería impresionar a su enamorada, ya impresionó a un grupo para nada pequeño.

- ¿Qué? – dijo irritado.

Rápidamente su atención volvió al piano.

- Necesito que guíes a este chico – lo señaló con cortesía – ¿Podrías enseñarle a tocar el violín?

- ¿Me viste cara de maestro? No, enséñale tú – negó sin mirarlos.

- Yo no sé tocarlo – le recordó – Tú sí.

Fue culpa de Bach, lo admira tanto que aprendió a tocar todos los instrumentos que él tocaba, incluso unos más.

- No quiero, tampoco puedo, estoy ocupado – estiró los dedos y los llevo sobre algunas teclas, cerró los ojos para elegir una de entre tantas canciones que sabía del piano.

- Por favor Sabito – interrumpió – Shinobu le está enseñando a Kanao.

- Te dije que no.

- Sabe lo básico y se ve que tiene gran potencial – insistió – Y un rápido recorrido no hará que se te olvide todo sobre las notas del piano.

- Lo mismo dijiste de la chica anterior. Fue una pérdida de tiempo – apretó la mandíbula – Deja de molestar Makomo.

- Deberías ser más amable, por eso no tienes novia – renegó.

- Y no es como si quisiera una.

- No tengo tiempo para esto, ayúdame Sabito.

- Pues no lo pierdas y vete – finalmente comenzó, una veloz melodía que él aceleró – Llévate a tu compañía contigo.

- ¡Sabito!

- Tsk - el peso completo de sus manos cayó sobre las teclas blancas – ¡Esta bien! Yo lo guío.

Piano y ViolínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora