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Era un día lluvioso, los favoritos del castaño y los más odiados por el pecoso, le encantaba estar siempre en el sol, llendo a tomar un helado al parque al lado de su más íntima persona, Bang Chan.

Desgraciadamente, este no era uno de esos días, tuvieron que quedarse en su linda y acogedora casa desde la mañana fría y nada cálida hasta la noche igual de fría pero tenebrosa, claro, esto en pensamientos del rubio.

- No tengas miedo, solo es agua.

Los dos chicos lindos se encontraban en su cálido sofá, a este punto de su vida el castaño ya vivía en casa del rubio, ciertamente no como hogar oficial pero si como su preferencia en vivienda.

- Claro, no le tengo miedo al agua Chan, simplemente no me gusta cuando llueve.

El pequeño se había encogido en sus piernas, subiendo estas al sillón abrazándolas en la esquina más alejada al castaño, cosa que hizo extrañar al mayor.

- Ven aquí, estarás mejor en unos minutos.

Dijo palmeando el sofá color cappuccino.

- No gracias.

Se limitó a soltar para luego meter su cabecita entre sus rodillas, automáticamente algo en el frágil corazón del mayor se sintió extraño pero reaccionó de la manera más amable.

- Felix, cuéntame que te pasa, ya han llovido otros días y no te pones así, ¿Qué tienes?

Este es un claro ejemplo de que si el rubio no se acercaba, el iría por el, se levantó de su lugar y fué al del pecoso, rodeó el cuerpo del rubio quien estaba hecho una conchita sentado, lo alzó y lo llevó su lugar, acomodándolo en sus anchas piernas. Claramente el rubio protestó, cosa que el castaño ignoró por completo.

- No te dejaré ir hasta que me digas que le pasa a Lee Felix.

El castaño lo tenía agarrado de manera en que el rubio no pudiera alejarse, siendo amigos, era algo que hacía later fuerte el corazón del pequeño chico.

- Se supone que hoy iríamos al parque de diversiones...

Dijo cabizbajo en un tono melancólico, con la cara tiernamente ruborizada, sin duda irresistible para el castaño.

- Entiendo que te sientas triste por no haber ido, pero podemos ir mañana, si no, pasado mañana, tiene solución no vale la pena estar triste por eso.

El pecoso no respondió, en cambio recargó su cabeza en el pecho del mayor, de su linda boquita se formó un puchero y de su pequeña cara una pequeña lágrima. El ambiente era algo pesado, de eso no hay duda, el corazón del menor era tan sencillo como una hoja de papel y tan frágil como las alas de una mariposa. La mariposa más hermosa que los ojos marrones del mayor han presenciado.

- Llora todo lo que quieras, sabes que estoy aquí, puedes desahogarte, estás a salvo conmigo.

Lo último que querría decirle a una persona en su dolor, es que no lo suelte, por eso el castaño siempre deja que las lágrimas aparezcan cuando tengan que aparecer, lo sana con su presencia, afecto y paciencia.
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Just A little Kiss< Chanlix>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora