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Día 933, después del nacimiento del heredero (Actualidad)
Lugar: Asgard
—Close your eyes—una voz cantaba en una de las tantas alcobas del palacio, la pelirroja se mecía suavemente de adelante hacia atrás en una silla mientras entonaba aquella melodía—Have no fear—sonrió al sentir una brisa entrar por la ventana abierta —The monster's gone, he's on the run and your mommy is here— pasó su dedo índice sobre la mejilla del pequeño y la acarició tiernamente mientras pensaba en lo afortunada que era en aquellos instantes—Beautiful, beautiful, beautiful, beautiful boy.
El pequeño bebé se removía entre sus brazos mientras ella le cantaba en una voz baja y suave, se mecía de adelante hacia atrás para arrullarlo, sin embargo los ojos verdes del recién nacido la analizaban con detalle y se mantenía atento a la melodía mas que en intentar dormir. La chica depositó un beso en su frente y continuó cantando aquella canción que sabía de memoria y que le recordaba a su hogar.
Un segundo mas tarde soltó una risita al observar como el pequeño atrapaba su dedo índice con sus manitas y lo mantenía cerca de él.
—Eres mi pequeño y siempre lo serás—le susurró y cerró sus ojos mientras depositaba un ligero beso en su cabeza.
—Escuché un canto y una melodía hipnotizantes, no pude dejar de avanzar hasta encontrar de dónde provenía, debí suponer que se trataba de ti—una voz habló desde la puerta de la habitación y la chica dejó de admirar al bebé para posar su mirada en la persona que se hallaba ahí. Sonrió ampliamente al ver a su esposo parado en el marco y con sus brazos cruzados.
—¿Es precioso, no?—le preguntó en una tenue voz y el dios se acercó hacia ambos. Sonrió mientras ponía su mano en el hombro de su amada y sintió algo dentro de él al observar al pequeño. Algo que jamás había experimentado antes.
Se sentía pleno, sentía que por primera vez en su vida nada le faltaba.
Ya no había más sombras. El sol realmente estaba brillando para él.
Pasó saliva y ladeó un poco su cabeza.
—Debo de admitir que fue hecho con mucho empeño, de nada— Holly sonrió divertida al escuchar aquello salir de su boca y al voltear a ver al Dios éste le guiñó un ojo. Después de eso los dos se dedicaron una sonrisa que no necesitaba de más palabras y de nueva cuenta dirigieron su vista hacia el pequeño, quien iba cerrando sus ojos poco a poco hasta que finalmente cayó rendido de sueño en los brazos de su madre.
La mortal se levantó de la silla al notar que finalmente estaba dormido y caminó unos cuantos pasos para depositar al bebé en su respectiva cuna. Una vez ahí Loki lo meció con sus manos para evitar que este se despertase y lo cobijó lentamente con una de sus mantas. Por otro lado Holly se encargó de cerrar la ventana con cautela tratando de hacer el menor ruido posible.
