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915 días antes del nacimiento del heredero, Asgard.
Los guerreros asgardianos se hallaban desembocados buscando a Loki por cielo, mar y tierra después de su repentina fuga. De acuerdo con Odín, él tenía una sentencia que cumplir, debía de permanecer en una mazmorra por lo menos un poco más de tiempo hasta que fuera seguro que no atentaría contra algún otro mundo, él debía redimirse por los actos violentos acontecidos en Nueva York, debía mirarlo a los ojos y saber que estaba siendo sincero.
A pesar de que ya hubiese pasado ahí más de un año aquella condena continuaba para él. A su padre le preocupaba que Loki no regresase a Asgard. El tiempo que se le había concedido para ayudar a la mortal se había agotado, si bien podía ir con Heimdall y pedirle que trajera a Loki de regreso o simplemente pedir ayuda a Thor, en Odín albergaba un pequeño destello de esperanza de que todo haya sido un malentendido, que realmente Loki no había escapado, que estaba en Asgard y solo buscaba aclarar su mente.
Pero no sucedía. Loki no volvía. Frigga sospechaba que debía de estar con la mortal, mientras que Odín pensaba que estaba planeando algo nuevamente.
Todos buscaban al príncipe Loki por donde fuera posible, pero justo en ese momento del otro lado de Asgard se llevaba a cabo un plan para aprovecharse de aquella situación.
Un troll de piedra asgardiano se hallaba cubriendo sus puños con unas placas de acero listo para enfrentar lo que se vendría más adelante.
Cuando todo el mundo estaba ensimismado buscando a un Loki que era retenido por una Volva, la bóveda de Odín permanecía con poca vigilancia y la seguridad de Asgard en aquellos momentos estaba peligrando.
El verdadero Ragnarok estaba a punto de ser desencadenado a manos de seres que buscaban venganza, seres que se alimentaban de ella día con día.
—¿La tienes?—preguntó el troll mientras mantenía su mirada gacha en sus dedos y rechinaba sus dientes, segundos después se escuchó una ligera risa femenina de fondo.
—La tengo desde que lo pediste la primera vez, ¿Aún dudas de mi poder, Ulik?—una chica salió de la penumbra levitando y moviendo entre sus manos una pequeña bola de cristal.
El troll llamado Ulik dejó de hacer lo que anteriormente hacía y concentró su mirada en la mujer.
—No dudo de tus poderes, dudo de tu competencia para usarlos—Ulik se levantó de la silla en la cual estaba sentado y se acercó a la chica quien segundos después dejó de levitar y puso una de sus manos en su hombro sutilmente.
Ambos se sonrieron hipócritamente.
—No deberías, he sido tu única aliada durante este tiempo y no te he demostrado más que mi lealtad a los principios que hemos forjado y que próximamente haremos conocer a los demás —movió nuevamente sus manos y se alejó del troll para inspeccionar mejor aquella taberna abandonada.
