Venganza

Estaba aburrida y decidí caminar por las afueras de la ciudad. Era de noche, bastante tarde si me permiten decir. No había gente en las calles y rara vez pasaba un auto, pero estaba bien, no quería que me vieran.

Me gustaba la soledad, con ella venían integrados la paz y el silencio, pero también aunque no me guste admitirlo algo de tristeza, pero estaba acostumbrada.

Llevo sola desde hace 2 años atrás. La historia es larga, pero vale la pena.

El día de mi cumpleaños decidimos ir todos en familia a nuestra casa de campo, eligieron ese lugar porque sabían lo mucho que me gustaba ir allí. Pensé que todo seria perfecto, cumplía 13 años. Vi como en el baúl del auto subían algunas gaseosas, una torta, algunas linternas, una carpa, algunas mantas cosas así. También podía apreciar que llevaríamos al perro con nosotros por primera vez.

Al terminar de cargar todo lo que creían necesario, partimos. El viaje duraba poco mas de dos horas, teníamos para rato, pero no importaba, estaba muy emocionada por llegar, ya no podía esperar.

Le pregunte a mi padre si podía ir un poco mas rápido, lo dudo un tiempo y luego de discutirlo con mi madre accedió. Una gran sonrisa se reflejaba en mi rostro, las cosas no podían ser mejor. 

Hable muy pronto.

Todo paso en una fracción de segundo, nadie pudo darse cuenta de lo que sucedía. Otro auto había impactado en el frente del nuestro del lado del conductor. No solíamos usar los cinturones, así que la situación solo empeoro. Luego de sentir un fuerte golpe en la cabeza todo lo que recuerdo es como mi vista se volvía nula y una oscuridad abrumadora me envolvía, despojándome de mis sentidos lentamente.

Al despertar pude volver a sentir ese dolor en mi cabeza, abrí los ojos lentamente y vi que no estaba en mi cuarto, tampoco en el auto. Recordé todo de golpe y la desesperación me inundo. ¿Donde estaba mi familia? ¿Que fue lo que paso? ¿Donde estoy? 

Sin notarlo unas lagrimas se deslizaron por mis mejillas, cayendo a las blancas sabanas de la que de momento había sido mi cama. Una enfermera entro al cuarto, la vi detenidamente, con su cara me lo decía todo. Esa falsa sonrisa que era fácilmente desmentida por esos ojos que me miraban con pena, tristeza y desconcierto. Algo malo había pasado, y quería saber que.

Abrí mi boca dispuesta a hablar, pero nada salia. Asustada comencé a tratar de gritar, pero nada. No se que era lo que me sucedía. Comencé a llorar aun mas fuerte, la enfermera trajo un espejo y lo puso en frente de mi. Después de eso todo encajo, en el cuello también traía unas ventas, pero podía ver lo que se definiría como el comienzo de una cicatriz. Volví a elevar la mirada a sus ojos, esperando respuestas.

"Tuviste un feo accidente. Estuviste dos días inconsciente. Cuando el otro carro impacto te golpeaste la cabeza y dañaste tus cuerdas bocales con algo punzante, un vidrio podría ser. Sobreviviste de milagro." Solo se enfoco en hablar de mi, note como trataba de omitir otras cosas, seguí mirándola interrogante, quería respuestas. Eran necesarias.

"Supongo que quieres saberlo..." El ambiente se volvió aun mas pesado, mas tenso. "Tu familia. Bueno pues... no tuvieron la misma suerte que tu. Ellos... Me entiendes, no?" No se atrevió a decírmelo de frente. Que cobarde fue. Pero la entendía, era una noticia muy devastadora para una niña de mi edad, mas aun si sucedió en mi cumpleaños, aunque ella no lo supiera. Baje la cabeza y asentí levemente, podía sentir un nudo en la garganta y las lagrimas tratando de salir de mis ojos, quería gritar, necesitaba gritar, pero por mas que abría la boca, nada salia. Era un llanto vació, como ahora sentía mi vida.

Sentí deslizarse por mis manos algo, lo mire por un segundo hasta que entendí lo que era. Una pequeña pizarra con una tiza. Supongo que quería que pudiera comunicarme de alguna manera.