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Probablemente después de escuchar mi historia, me culpen a mí por haber tomado las decisiones equivocadas

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Probablemente después de escuchar mi historia, me culpen a mí por haber tomado las decisiones equivocadas. Está bien, no hay problema, también aceptó que en gran parte fue culpa de mi ignorancia e inocencia.

El tonto ingenuo fui yo, él que creyó en sus promesas fui yo, la persona que creyó que un desconocido le bajaría las nubes y las estrellas fui yo.

Hanma Shuji era el hombre que siempre soñé, yo vivía en un pequeño pueblo rústico de Japón, mi trabajo diario era ordeñar vacas y criar borregos, me encargaba del potrero del señor Sam, quien me pagaba poco a pesar de que me trataba como esclavo; sin embargo, no puedo quejarme mucho, pues me alcanzaba para ayudar con los gastos de la casa, sobre todo a mi pobre madre que se la pasaba limpiando ajeno y atendiendo al borracho de mi padre.

Por la escasez de dinero que siempre hubo en mi núcleo familiar, era obvio que no tenía muchos estudios, no había terminado ni siquiera la primaria, pero sabía leer, escribir y un poco de historia básica.

En realidad nadie que nacía en este pueblo terminaba sus estudios o llegaba a la universidad, todos nos dedicamos meramente al trabajo de campo y para los mayores no había nada bueno en la escuela, tener una carrera era algo demasiado lejano; para las mujeres era mucho peor porque apenas al cumplir los quince años ya tenían que estar casadas y atendiendo al marido.

Volviendo al tema de los estudios, los padres de familia incluso llegaban a decir que era una pérdida de tiempo y dinero. Comprar libretas o libros, comprar bolígrafos o gomas, eran lujos que no podíamos darnos y objetos completamente innecesarios.

Recuerdo que todos mis compañeros de generación de la escuela primaria ya estaban casados y con hijos o planeando hacerlo; aunque la mayoría apenas llegaban a los dieciocho años y es que para la comunidad, para los vecinos, si tienes más de veinte años eres un quedado.

Yo apenas iba a cumplir los dieciocho, no me preocupaba todavía el tema de casarme y tampoco es que quisiera hacerlo porque simplemente no me apetecía ninguna mujer, me había dado cuenta de aquello alrededor de los trece años, que mis gustos eran diferentes, cuando prefería ver a uno de mis vecinos sin camisa que las piernas a una mujer.

Pero aquello también era un pecado para una comunidad tan cerrada como en la que yo vivía, en realidad me doy cuenta de lo frustrante que había sido mi existencia. Entonces un día Shuji Hanma apareció en mi vida. Él era un hombre guapo, elegante, con músculos por todos lados y un letrero de masculinidad en la frente. Tan perfecto. Que no pude evitar caer o más bien lanzarme al abismo de sus brazos. Shuji Hanma fue mi más dulce perdición.

 Shuji Hanma fue mi más dulce perdición

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