Capítulo I

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Me encontraba realizando la limpieza de fin de verano con mi esposa e hija, estábamos en el ático de nuestra vieja casa, obsequio de mi madre al querer mudarse a Kansas después del fallecimiento de mi padre, había vivido tantas cosas en esta casa que fui incapaz de venderla, no solo había vivido toda mi vida en esta casa, sino que también había vivido momentos cruciales; la primera vez que me confesé a una chica, cuando decidí cual sería mi carrera y mi primera novela.

Después de una larga discusión con mi hermana en contra de venderla, ella aceptó en dejármela a mí, dude mucho en si renovarla o hacerle cambios, pero al final, el propósito de conservar las memorias de todo lo que había pasado en ella, me hicieron tomar la decisión de dejarla tal cual era.

La casa tenía tres pisos, y el ático estaba en el tercero, las paredes eran de madera y el piso igual. Había una pequeña ventana en el techo que mi esposa había abierto para que el polvo acumulado tuviera por donde salir. Teníamos tres gabinetes, el primero se encontraba en la esquina, donde guardábamos las decoraciones de las festividades, el gabinete era de plástico y tenía cuatro niveles. Junto a este, en el segundo, mi esposa guardaba sus útiles para pintar; sus lienzos, pinturas, pinceles y paletas. Y en el último, que estaba al otro lado, guardábamos los juguetes de Abigail, y la ropa de bebé que ya no le quedaba, además de sets extras de sábanas, cobijas y cortinas viejas que solían pertenecer a mi madre y padre.

Teníamos patio trasero y frontal, el trasero conectaba con un pequeño bosque donde cuando era pequeño jugaba a que yo era un cazador e intentaba atrapar a las ardillas o conejos, mientras que mi hermana jugaba en el pasto o simplemente corría libre. El frontal tenía arbustos de orquídeas que mi madre había plantado y que mi esposa se dedicaba a mantener como tradición. La casa de nuestros vecinos quedaba bajando una pequeña pendiente, vivíamos tan apartados de cualquier cosa que crecer aquí fue tranquilo y calmado. Algo que había decidido dar a mi hija, lejos de los sonidos de la ciudad y cerca de la tranquilidad del bosque. Donde veíamos de vez en cuando pequeños ciervos, pavos y conejos.

Un cuento de hadas para nuestra pequeña hija Abigail, de seis años quien seguía los pasos de su tía y siempre estaba corriendo en los jardines.

Abigail tenía seis años, y mientras juagaba a los piratas; buscando tesoros debajo de las sábanas que cubrían objetos un baúl pequeño salió a la superficie: estaba lleno de polvo y pequeños insectos salieron espantados ante el movimiento que hizo Abigail al apartar la sabana de él.

- ¡Papi, hallé el tesoro de un pirata! - exclamó mi hija. Me observó con sus brillantes ojos azules mientras me dejaba me dejó apreciar su bella sonrisa.

- ¿Qué hay adentro? - pregunté acercándome, poniendo de lado algunos objetos que se interponían en mi camino, sin saber la sorpresa que allí me esperaba.

Abrir aquel baúl requirió más de quince minutos, la tapa estaba pegada y tan llena de polvo, que mi esposa sugirió limpiarlo primero para no enfermar a Abigail.

Después de abrirlo, un pequeño libro se asomó por el baúl, junto a algunas cartas adjuntas y cuadernos cosidos en estado deteriorado.

Tomé el libro y lo abrí, era un álbum de fotografías viejas, pero no pertenecían a mamá o papá, pertenecían a Lena.

- ¿Y ella quién es? - preguntó mi esposa junto a mí mientras tomaba fotos del baúl para observarlas mejor.

-Lena...- respondí vagamente, había dejado de pensar en ella después de que nos dejó en el ochenta y nueve, sin decir palabra alguna, sin dejar una carta, sin decir adiós. Mi esposa me siguió interrogando con la mirada-. Ella solía cuidarnos a mí y a Emma, estuvo con nosotros tres años, pero un día, repentinamente se marchó sin decir nada- expliqué volviendo a dejar el álbum donde estaba.

Pedí restar importancia al baúl y que yo me encargaría luego de él, así que lo bajé a mi oficina y continué ayudando con la limpieza.

-A lo mejor podemos ver ese álbum juntos después de la comida- sugirió mi esposa-. Apuesto a que Abi quiere saber cómo era papa cuando era pequeño.

-Síííí - respondió mi hija emocionada y yo le sonreí.

-Me parece bien. Pero si queremos tener tiempo para eso entonces necesitamos terminar aquí rápido.

-Si, capitán- exclamo Abigail justo antes de seguir hurgando en sus cosas de bebe.

Aquella noche como había prometido, después de comer, junto a mi esposa, después de acomodar a Abigail para dormir, nos sentamos todos a ver el álbum de fotos.

-Así que ella es Lena- comento mi esposa, viendo una foto donde estábamos Lena, Emma y yo tallando una calabaza para Halloween. Lena llevaba un suéter gris holgado con unos pantalones negros e iba descalza. Su pelo crespo iba recogido en una coleta alta. Lena estaba ayudando a Emma, Emma vestía una camisa negra con pantalones a juego y tanto su pelo como su cara estaba llena de calabaza. Yo estaba junto a Lena, agarrando su brazo.

-En ese momento tenía nueve años y estaba intentando llamar la atención de Lena para que me ayudara- explique con una sonrisa-. Siempre quería la atención de Lena- dije.

-Así como Abigail quiere siempre la tuya- bromeo mi esposa y yo asentí con una sonrisa.

- ¿Qué forma están haciendo, papi? - Me pregunto Abigail.

-Yo estaba intentando hacer un fantasma, pero Lena y Emma estaban tallando un gato- respondí.

- ¿Estuvo con ustedes tres años? - pregunto esta vez mi esposa y yo asentí-. ¿Como es que nunca me contaste de ella?

-No lo sé- respondí-. Pero Lena fue alguien muy importante para mí- respondí mientras seguía viendo más fotos con Lena.

¿Por qué había dejado de pensar en ella?

Al siguiente día tomé el álbum del baúl y lo guardé en mi portafolio para salir a trabajar, dejé a Abigail en la escuela y al llegar a mi oficina me dispuse a observarlo, todas las fotos de lo que habíamos hecho con Lena estaban ahí, desde nuestra primera ida a las montañas para poder esquiar un enero, hasta la fiesta de cumpleaños que habíamos celebrado para papá en sus cincuenta años; ahí estaba, mostrando aquella sonrisa que siempre la caracterizó, junto con su energía y carisma para con nosotros.

Entonces, una pregunta que no me había hecho en treinta años vino a mi cabeza:

¿Por qué Lena se había ido?

Recuerdo haberle preguntado una vez a mamá y su respuesta había sido vaga, tampoco se despidió de nosotros y una carta nunca había llegado. Hasta los quince años había pensado que Lena se había ido porque la habíamos aburrido y que había empezado a odiarnos.

Seguí observando el álbum que estaba lleno de recuerdos de ella, incluso contemplé hojas dobladas, delgados cabellos atorados en el pegante de las fotos, y sangre seca en una esquina, probablemente causa de un corte con papel.

-Doctor Carpenter- la voz de mi secretaria me volvió a la realidad-. Nos llegaron estos nuevos manuscritos de los lectores- me tendió al menos diez sobres-. Y le recuerdo que hoy a las dos tiene una conferencia en la universidad nacional de Tennessee.

-Gracias- acepté los manuscritos y los dejé a un lado, tomé el primero y extrañamente al leer la primera página, Lena, nuevamente vino a mi memoria. Un libro donde la historia empezaba en un manzano. 

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⏰ Última actualización: Oct 22, 2021 ⏰

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Memorias de Lana BakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora