Prólogo

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Tenía unos escasos siete años cuando la vi llegar; vestía un jean claro desgastado, con una camiseta blanca y un suéter de botones azul oscuro. Su pelo era una maraña de crespos negros que le llegaban a la mitad de la espalda y su piel era tan blanca como la nieve que caía en diciembre.

Pero lo que nunca podré olvidar son sus ojos, pequeñas almendras que carecían de brillo, que ocultaba tras una sonrisa amplia y cariñosa.

A esa edad no pude adivinar que aquella joven, con escasos veinte años, se convertiría en alguien tan importante para mí, y a quien, en mis ahora cuarenta años, le estaría dedicando este manuscrito, ante su ausencia y vacío, supongo que es lo único que puedo hacer por ella.


Sebastian Carpenter, 2020 

Memorias de Lana BakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora