Capitulo 1 : Moon

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Los fuertes alaridos de dolor y desesperación estremecían a todos aquellos arboles recién salidos de su semilla, cerca de ellos la tierra se manchaba de rojo con pequeños charcos brillantes gracias a la luz de la luna. Un pequeño niño era a sujetado contra el suelo con fuerza, raíces rodeándole los brazos, piernas, torso y cuello; su piel era cortada por el filo ardiente de una cuchilla blanca, transparente y curvada, la sangre manchando la punta de ella mientras se formaban trazos sangrantes sobre la piel pálida del muchacho.

- ¡Mamá! - Chillo el pequeño de manera aguda y dolorosa. Una mujer lo observaba con los ojos inundados en lagrimas pero sin moverse o hacer algo por su pequeño hijo, sobre el niño había un hombre que sudaba afirmando la cuchilla con firmeza cortando la piel tierna, dejo de cortar para tomar aire y mirar su trabajo. Suspiro, miro al pequeño, afirmo con fuerza la cuchilla moviéndose un poco y a sujetando la mano derecha del niño con fuerza casi preocupante, apoyo el filo de la cuchilla contra la mano del niño, en el centro mientras la victima del filo chillaba y se movía como podía tratando de librarse.- ¡Papá no por favor! .- Grito, pero todo se volvió negro cuando su padre empezó a cortar otra vez su piel.

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Con la respiración agitada, un joven de cabellos platinados, se sentó sobre un mullido y viejo colchón con la frente sudada y acariciándose la cicatriz que tenia ahí, roja y clara, tomo aire con suavidad para luego votarlo en un intento de calmar todo su cuerpo. Con cuidado se levanto de la cama poniéndose un chaleco tejido color verde opaco para luego salir de la habitación y adentrarse a la pequeña cocina, lleno con agua una tetera para ponerla sobre una hornilla empezando a hervir el agua, una vieja tostadora estaba pegada a la pared y en ella coloco dos rebanadas de pan recién cortado, dejando que todo se prepare a su tiempo.

Camino con tranquilidad hacia la puerta que daba al exterior de la casita, colocándose un par de viejas chanclas cafés, abrazándose para no ser tan golpeado por el frio del exterior salió de la casita siendo recibido por el brillante sol mañanero. Inhalo con fuerza el aire frio de la mañana, percibiendo el olor de los arboles, tierra húmeda y césped, relajándole por completo el cuerpo y causando que cerrara sus ojos para dejarse llevar por la paz que transmitía su alrededor, paso un rato ahí estático con los ojos cerrados para luego abrirlos y caminar hacia un costado de la casita en donde habían un montón de plantas, todas estaban florecidas y de hermosos colores. Con mucho cuidado el joven paso por entre las plantas hasta llegar a un frondoso arbusto con frambuesas rojas y grandes; delicadamente empezó a arrancar alguna de ellas acumulándolas en la palma de su mano izquierda, su cabello y piel poco a poco empezaron a recibir mas sol que antes ya que la enorme estrella se alzaba imponente en el cielo, calentando todo a su paso y despertando a los pájaros que empezaron a cantar y revolotear por los aires.

Con el mismo cuidado que tuvo para ingresar a esa jardinera repleta de plantas, salió contando las frambuesas que había recolectado yendo de regreso a la casa, en una fuente que lleno con agua metió las frambuesas lavándolas en el momento que la tetera pitaba y el pan saltaba de la tostadora caliente y dorado, con tranquilidad el chico tomo una taza llenado esta de agua y preparando te, echándole un cubito de azúcar, unto en el pan mantequilla y a las frambuesas las coloco en una fuente limpia llevando todo a una pequeña mesita que quedaba frente a la única y enorme ventana de la casa, permitiéndole ver todo el bosque mientras comía.

Paso un rato, todo completamente silencioso hasta que un cuervo mas grande de lo normal choco contra la ventana asustando al joven quien tomaba del te, cayéndole todo el agua caliente encima.- POR LA PUTA! .- chillo levantándose de la mesa de un salto y tratando de quitarse la ropa ardiente mientras el cuervo empezaba a graznar en una especie de risa ganándose una mirada de odio por parte del chico.- Maldito pájaro, esa puntualidad y el placer de asustar.- Gruño en voz baja abriéndole la ventana al ave quien entro con confianza posándose sobre la mesa del comedor mirando al peli plateado que aun gruñía maldiciones mientras se iba a un cuarto, el baño, encerrándose en este de un portazo, el cuervo abrió sus alas y empezó a rascarse estas con el pico.

𝒪𝒸𝑒𝒶𝓃 𝐹𝓁𝒶𝓋𝑜𝓊𝓇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora