3. La invitación.

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Se encerró en su auto con un portazo que le retumbó en los oídos.

Esto cada vez es más real.

Su pulso estaba por las nubes y presentía que podría vomitar en cualquier momento. No podía creer lo que había hecho, y que había funcionado.

Sacó de su billetera la tarjeta platinada y la analizó deprisa. El sudor descendía por la piel de su frente y sus manos temblaban.

No era una idea brillante, pero no tenía más opción que encender el auto y manejar hasta su departamento. Dado su estado, lo más razonable sería esperar, pero no quería estar un minuto más en ese lugar.

Pisó a fondo el acelerador y se saltó dos señales de alto de camino, pero estaba aturdido y no pensaba en otra cosa más que en llegar a casa. Requirió de varios intentos para introducir la llave en el cerrojo. Entró  y cerró como si así pudiera protegerse del temor que le recorría las venas. Una mano le corrió en el rostro y fue a parar en su nuca, aferrándose a los escasos cabellos de su peinado casi a rape.

—¿Trey...?

Él saltó del susto, emitiendo un grito que no terminó de pronunciarse.

En el sillón de su pequeña sala, Karina lo miraba con atención.

Y no estaba sola.

Roy estaba sentado a su derecha. Trey creyó que eran todos, pero de la cocina Cal salió con un plato de frituras y una expresión recelosa.

—La despensa de este lugar es deprimente, Trey en serio necesita comida de ver...—Se cortó al encontrarse con él, con su cara de haber sido atrapado en medio de algo.

Karina fue la primera en socorrerlo. Llegó hasta él y le puso las manos en los hombros.

—¿Trey, que fue lo que pasó?

Pero él estaba demasiado consternado para hablar, sobretodo a Karina. De todos los momentos que escogieron para invadir su casa, este era el peor.

—Trey —Llamó Roy con su usual voz rústica—. Ya habla, ¿qué pasó?

Estaba parado detrás de Karina con su mandíbula tensa y sus grandes brazos cruzados sobre su pecho.

Su silencio fue interpretado por la única mujer de la habitación. La rabia se apoderó de su mirada y tomó el control.

—Lo hiciste —sentenció con severidad. Al no recibir una respuesta, solo empeoró—. ¡Prometiste que no lo harías, Treyson! ¡¿Ahora en qué lío te metiste?! —Un manotazo fue al hombro de Trey.

Los chicos no captaban ni una palabra de lo que estaban observando, pero Roy reaccionó tomando los brazos de Karina y alejandola así de Trey.

—¿Qué hiciste? —exigió saber Roy.

Cal fue el siguiente en rodearlo. Para Trey fue raro presenciar a su amigo de actitud mas ligera tomar esa postura tan acusadora y firme ante él.

—¿De qué está hablando Karina?

Se abrió camino entre ellos y llegó al centro de la sala, recibiendo todo el oxígeno que podía pasar por su nariz.

—Me tienes harta, Treyson —rugió ella, sosteniéndose la mandíbula con los nudillos, buscando calmar su ira.

Entre ella y Roy tenían un temperamento bastante parejo. Esta vez la del gatillo sensible era Karina.

—Karina, yo...

—¡Lo prometiste! —vociferó acusándolo con su dedo—. ¡Prometiste que no te meterías en problemas por tu estúpido capricho!

—¡No es un capricho, solo escúchame!

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⏰ Última actualización: Sep 29 ⏰

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