"Contra la pared"

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"contra la pared".

El aburrimiento inundaba la habitación entera, sin nada que hacer, sin nadie con quien "jugar". Nada, todo era silencio absoluto.

- Capitán, me aburro - dijo con pereza en su voz.

El rubio no dijo nada y solo cerró lentamente sus ojos soltando un suspiro cansado.

La tarde paso volando, y en poco tiempo, la noche ya abia caído, la oscuridad abrasaba aquel lugar.

El de cabellos celestes, cansado de estar acostado y no hacer nada únicamente salió de la habitación, llegando horas más tarde de nuevo, ahora, con la diferencia de que ya se encontraba borracho.

Se detuvo un poco, aún tambaleando, y su sorpresa fue encontrar aún al chico rubio acostado en la cama.

Sus sentidos le jugaron en contra, perdiendo el control de sus acciones, la carga de alcohol era demasiada, no sabía lo que hacía o tan solo, como detenerse.

Ver al chico indefenso, durmiendo plácidamente ... A favor de cualquiera, lo incitaba a querer tenerlo solo para el.

Camino al chico, acercándose lentamente, procurando no hacer ruido alguno. Se posó sobre el, su cuello completamente descubierto, una camisa blanca dejaba ver uno de sus hombros... Deseoso de probar su cuello... De dejar una marca rojiza en su blanca piel. ... Lo tenía a su merced, solitario y descuidado, solamente para el.

Acercó su boca al cuello ajeno, solo lamió en un principio. Pero su avaricia fue aun más que su voluntad. Callendo en su más bajo deseo. Lamiendo y succionando la piel contraria, dejando una marca notoria de un vibrante color carmín.

El rubio solo soltó un quejido ahogado, moviéndose en la cama buscando comodidad. Ban se alejo poco.

Sonrío, las ganas de seguir escuchando aquellos quejidos lo incitaba aún más.

Se reincorporo, descubrió un poco más el cuerpo del rubio, sacando los botones de su ojal correspondiente, aflojando la camisa hasta llegar al final.

Abrió la camisa un poco, contemplando el torso del menor.

Soltó un suspiro y volvió a dar marcha a sus besos, ahora bajando desde el cuello hasta el vientre. Deteniéndose a jugar un poco con el pecho del menor.

Meliodas, entre sueños, soltaba gemidos inconscientes. Sus sentidos estaban alerta, aunque un poco alejados de la realidad, sintiendo las caricias sobre su cuerpo.

Poco a poco despertaba, su mente se hacía más clara, permitiéndole sentir con mayor fuerza la calidez de los roces. Su cuerpo se erizo cuando Ban lamía uno de sus pezones, mientras al otro solo lo masajea.

Arqueó la espalda, ahora más despierto que antes. Tomando la cabeza del mayor para jugar con sus mechones de cabello desordenado.

Ninguno dijo nada, no sentían la necesidad de quebrar aquel silencio acogedor.

La cama crujía por cada movimiento que hacía cualquiera de los dos, los quejidos y gemidos suaves se quedaban flotando en la nada.

El rubio tenía sus brazos al rededor del cuello impropio.

Ban tomo el cuerpo de Meliodas entre sus manos, lo cargo y lo pego más a su cuerpo. Ambas piernas del chico rubio estaban separadas, así que fue más fácil sentarlo en su regazo.

Sentado en la orilla de la cama. Un beso caluroso comenzó por parte de este, ambos movían sus labios a un ritmo similar.

Las manos del rubio se movían a través de su cabello.

El beso se torno más intenso cuando el mayor introdujo su lengua en la boca del chico, comenzando a jugar y explorar en un terreno que hasta ese momento era desconocido.

El menor no se quedó atrás, tomando la iniciativa de mover su cadera en un compas torpe.

Ban lo noto, tomando la cadera del rubio fuertemente, pero sin lastimarlo. Paso la yema de sus dedos por el borde de la ropa contraria. Bajando la ropa, quitandola como pudo, aún en esa posición.

El beso terminó, Meliodas estaba jadeante, con un ligero sonrojo. Paso sus manos sobre el pecho del mayor, contemplando lo bien marcado que estaba, desabrochó la camisa botón por botón, arrojando esta lejos en la penumbra. Llegó hasta la orilla del pantalón contrario y se detuvo a jugar un rato con el mayor. Pasando su mano en su miembro por encima de la tela.

- Agh... - Ban mordió su labio inferior para callar aquel gemido.

El tiempo pasó y el calor en la habitación incrementaba con cada minuto.

El sonido obsceno de las pieles chocando resonaba en el cuarto, junto con los jadeos y los gemidos en un pequeño hilo de susurros.

Con cada estocada era un nuevo golpeteo en la pared. Meliodas estaba contra está, su desnuda espalda tocaba el frío muro, mientras profundas embestidas tocaban un punto sensible.

~ ngh... Bann... ~ahh - mordió su labio en un intento por callar su voz.

Las finas manos del chico rubio pasaban por la ancha espalda de su amante, arañando, dejando marcas notoriamente rojas.

- Meliodas... - susurro el mayor con una voz ronca.

Mordió el cuello del mencionado y este a su vez, volvía a arañarle la espalda. Junto a esto, una estocada fue echa contra el rubio.

Un grito ahogado sonó, y el juego del placer seguía su marcha.

Las embestidas tomaron un ritmo rápido. Los jadeos y gemidos lo hicieron de igual manera.

- Ban... Creo que - sin siquiera terminar la frase su cuerpo se adelantó. Blanqueando el estómago del mayor.

Este seguía con las estocadas mientras que el de mirada esmeralda sufría espasmos.

Poco después Ban se corrió dentro del menor. Cómo pudieron llegaron al colchón. Con cuidado recostó el cuerpo del rubio, haciendo compañía en la cama.

Se taparon con las cobijas y se quedaron dormidos.

30 dias de OTP banliodasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora