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—¿Lista?— Courtney miró a su hermana mayor, con la esperanza de que tuviera una perspectiva optimista para aquel primer día, pero la expresión de Persefone reflejó perfectamente la realidad de la situación: no estaba lista.
Las dos hermanas se bajaron del coche, comenzando a llamar la atención de los pocos estudiantes que se encontraban en el aparcamiento. Ese hecho era algo evidente, las hermanas Parker llamaban la atención por su melena rojiza y por su ropa, en especial Persefone, que desde pequeña el único color que predominaba en su armario era el rojo, con resquicios de otros tonos, pero era extraño no ver a la joven con algo que no fuera de ese color. Courtney, por su parte, vestía de forma más colorida, pero sí llamaba la atención el hecho de que parecía ser mucho más mayor de lo que era.
—Nuevo año.— Comentó Persefone mientras se ponía delante de la puerta de entrada.
—Saldrá todo bien. Sin problemas y sin peligros de muerte.— Añadió Courtney justamente antes de que ambas abrieran la puerta y comenzarán a caminar hacia la dirección del instituto con el objetivo de recoger sus horarios y terminar de realizar las correspondientes transacciones.
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Persefone abrió su taquilla, mientras metía en su interior varias cosas, como los libros de texto; pero a ello añadió la funda donde tenía guardados los kunai que había usado en su pasado, la pelirroja les miró con pesar, para después dejarles en el fondo de la taquilla, escondidos.
La chica miró su horario, para después mirar a todas partes, estaba perdida, un hecho que nadie podía negar, pero a pesar de ello, Persefone no iba a mostrarlo, no la gustaba codepender de nadie, la experiencia se lo había demostrado, por ello comenzó a caminar, ignorando algunas de las miradas que muchos alumnos la daban.
—Te acostumbraras a las miradas.— La voz de una chica hizo que Persefone girará su cabeza a su derecha, observando a otra chica pelirroja, aunque su tono era muchísimo más claro de lo que las mujeres de la familia Parker tenían.
—Ya...— Murmuró Persefone mirando las clases.
—Historia. Estas conmigo en clase, yo te llevo.— La tranquilizó sonriendo. —Por cierto, soy Lydia Martin.— Se presentó manteniendo su sonrisa.
—Persefone Parker.— Se presentó la pelirroja percatandose de que Lydia era la abeja reina de aquel instituto.
—¿De dónde eres?— Preguntó Lydia con curiosidad.
—Virginia. Mi madre ha heredado la casa de mi abuela, y mis padres han pensado que Beacon Hills nos vendría bien a mi y a mi hermana pequeña.— Explicó Persefone con tranquilidad.
