"Desde el día en que te encontré supe que no eras real, que eso de almas gemelas, hilos rojos no es normal. Que el destino está jugando, probando para ver si caigo y me empiezo a enamorar".
CAPÍTULO 1
Una centena de pasos diminutos eran dados al frente cada vez que la fila avanzaba unos centímetros. A tropezones las personas entraban por las quince puertas haciendo lucir al lugar completamente abarrotado y lleno de vida. Por las bocinas del estadio más grande del país se colaba una melodía alegre y ensordecedora, que buscaba mantener controlada a la masa de adolescentes que esperaban con ansias el concierto que prometía convertirse en el mejor del año.
Su nombre era coreado por algunos mientras otros intentaban, con dificultad, encontrar su asiento en medio del tumulto y la oscuridad. No era para menos, aquella era la primera vez que MS visitaba el país. La publicidad llenó la ciudad con un año de anticipación; folletos, pancartas, comerciales y hasta helicópteros portaban su nombre. En cada estación de radio local se reproducía su discografía aumentando su número de fanáticos en el occidente del globo terráqueo. Nadie sabía si habría una próxima fecha, por lo que los boletos del concierto se agotaron apenas salieron a la venta, y los ahorros de muchos vieron por fin el mundo fuera de la alcancía para ser intercambiados por un souvenir.
Era una noche estrellada, limpia, el aire fresco animaba a los asistentes a seguir subiendo el ánimo, la expectativa y, por supuesto, la emoción; eran una combinación perfecta de elementos para pasar tres horas desgarrándose la garganta e irse a dormir con la sonrisa entumida.
—Todo está listo, comenzamos cuando usted diga —le informó a Mew el ingeniero de audio ofreciéndole un micrófono que permaneció extendido en el aire—. ¿Sucede algo?
—No pasa nada, Víctor. Mew está listo. ¡Sube ya! —Ordenó su manager incomodándolo con su cercanía.
—Subiré cuando yo lo decida, Pablo. Del escenario me encargo yo. Ya no tienes nada que hacer aquí, por qué no buscas un cuarto donde meterte o da un tour por la ciudad. Cualquier opción me viene bien mientras no estés cerca.
—Por favor, Mew —bufó enfadado—. ¿Vas a seguir actuando como un niño siempre? Han pasado años, ya supéralo, madura. Este es el mundo real, niño y eso pasa todo el tiempo. Tú y yo estamos atados por un contrato, ¿lo olvidas? —Mew resopló—. Si eso no te gusta entonces renuncia a la disquera y siéntate a ver como tu carrera se va a la mierda.
Mew apartó la mirada de las gradas llenas de gente, y por primera vez en la noche le dirigió una mirada al hombre de cintura imperceptible a su lado. Estaba lleno de molestia, de rencor, no podía evitar sentirse un imbécil cada vez que él le recordaba aquella traición que los separó y terminó con su amistad.
—¿Solo mi carrera? —Cuestionó con intencionada burla para sorpresa de Pablo. Mew no respondía a sus provocaciones, y en la mayoría de sus encuentros terminaba hablando solo. Algo tenía el aire de esa gran ciudad que estaba renovando su coraje—. Te recuerdo, querido amigo, que yo soy lo que mantiene tu empleo, sin mí en la disquera no tienes nada. Así que sí, después de renunciar podría sentarme a ver como tu carrera se acaba. Eso sí valdría la pena.
—No juegues conmigo, Suppasit.
—No lo estoy haciendo o quizá sí —giró completamente para quedar frente a frente y con la barbilla alzada se acercó, retador—, pero eres tan imbécil y avaro que no podrías darte cuenta de lo que pasa en tus narices.
—¡Hey!, ¿qué pasa con ustedes dos? —Claudia, la maquillista, se dirigió apurada hacia ellos en cuanto los vio cruzar una palabra.
Ella conocía la historia, el odio explícito que sentían el uno por el otro. Estuvo en el momento y lugar exactos para ser testigo de cómo un hombre bueno se rompía. No había visto la traición a los ojos hasta ese día. Estaba del lado de Mew, eso era incuestionable, pero también sabía que Pablo era una pieza clave para mantener su fluidez económica; el bienestar de su hijo siempre estaría sobre cualquier cosa y eso la obligaba a ceder ante Pablo algunas veces.
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Lunas de octubre
FanfictionLos amores efímeros nacen con los besos del sol y la sal de las olas, no sintiendo cómo la vida se te escapa a causa de la deshidratación. Dos mentes diferentes en medio de la nada, unidas por un perro, un pato y una dulce abuela que les recordarán...