La mayor parte de su adolescencia no había tenido problemas con respecto a este tema. Los monjes de Azarath siempre le habían dicho que tenía que tener control sobre sus emociones, así que no fue difícil tal tarea. Todos estos años habían pasado relativamente bien. Los cambios de humor y temas hormonales no la habían afectado. Hasta que llegó su cumpleaños número diecinueve.
No tenían día ni hora. Podía ocurrirle tanto en la mañana al despertar, mientras entrena, en una misión, al intentar meditar e incluso antes de dormir. Aunque tenía que admitir que esto último la ayudaba a relajarse y poder conciliar mejor el sueño. El único requisito que se necesita para activar tal conducta es tenerlo a él en su mente.
¿Acaso se había convertido en una clase de pervertida?
Solía tocarse en la privacidad de su habitación, no era algo de lo que se sintiera muy orgullosa, pero su cuerpo se lo pedía con mayor frecuencia con el pasar de las semanas. Sin embargo, el día de hoy sería diferente. El cuerpo de Raven se encendió después de haber visto al petirrojo limpiar su rostro, cubierto de sudor, con la parte inferior de su playera, permitiéndole apreciar parte de su bien formado abdomen.
Por dios ¡Tenía un cuerpo que la invitaba al pecado!
¿Cuándo había crecido y cambiado tanto?
Cuando todos se habían ido de la sala de entrenamiento, cuando por fin pudo estar sola, fue el momento en que lo decidió. Su cuerpo estaba caliente, su mente no podía pensar correctamente, incluso le era difícil concentrarse en utilizar su magia, ya no podía soportarlo más. Sabía que no sería molestada, ya que pidió específicamente a Kory el espacio y tiempo para meditar sola, pero tendría que cambiar un poco la idea inicial. Lo haría rápido, terminaría y retiraría a su habitación. Nadie se daría cuenta, no sería interrumpida y no dejaría evidencias de tal vergonzosa situación. El plan perfecto. O eso creía.
Lo que no tenía en mente es que él volvió por su katana a los pocos minutos, aquella que había dejado recargada en la pared cerca de la entrada de la sala.
Ingresó con el objetivo de tomarla de forma rápida, sabía que Raven estaría ocupada y no quería distraerla o molestarla. Él se había percatado de su extraño comportamiento durante el entrenamiento. ¿Su padre había vuelto acaso? Se acercó a la puerta de la sala y esta se abrió rápidamente y pudo observar que las luces habían sido apagadas. ¿De verdad Raven se encontraba aquí?
—Mmm...
Su vista comenzó a ambientarse a la oscuridad de la sala, tratando de distinguir el espacio por completo. Pudo observar que se encontraba sentada a lo lejos, recargada en el rincón de la sala. No podía distinguirla aún bien, pero la escuchaba, escuchaba los leves sonidos que salían de su boca en ese momento.
—¿Raven está...llorando?
La puerta se cerró a su espalda de forma silenciosa. Ella no se había percatado aún que se encontraba allí. Le dolía pensar que se encontraba pasando por alguna difícil situación que llegara a tal grado de hacerla llorar. ¿Por qué no se lo había comentado a Koriand'r o a él? ¿No le tenía la suficiente confianza? ¿Acaso no eran...amigos?
Amigos...
Una leve punzada apareció en su pecho. No era tiempo para pensar en esas cosas. La preocupación del ojiverde fue aumentando, tomó su katana de la pared y comenzó a acercarse a ella en forma sigilosa. No quería incomodarla.
—Ah...
Pero a medida que se acercaba, Damian comenzaba a tener dudas sobre lo que realmente estaba sucediendo. Se detuvo a los suficientes metros de distancia para darse cuenta que ella no estaba llorando, ni se escuchaba lastimada, y definitivamente NO estaba meditando. Sabía exactamente el acto que estaba realizando. Su rostro comenzó a tomar un fuerte color rojizo desde la nariz hasta la punta de sus orejas al enfocar mejor su vista: sus ojos cerrados, su rostro bañado con algunas gotas de sudor, una mano en su entrepierna y otra en su pecho, frotando ambas partes de forma frenética, desesperada.
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En todas mis próximas vidas - DamiRae Smut Week 21
FanfictionSerie de one shots para celebrar la DamiRae Smut Week 2021.