Capítulo 5 parte 1- "Papá Chuuya solo en casa"

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Ya había pasado otro mes, así de rápido como de costumbre.

Dazai ya no tenía su licencia de maternidad y, por ende, debía de trabajar al igual que Chuuya. Pero como no tenían con quien dejar al niño, Mori, como pudo, logro hacer un acuerdo con los chicos.

El trato consistía en que tomaran turnos; como jefe de la mafia no podía dejar que dos de sus mejores ejecutivos se tomaran mas de dos meses, sin contar los otros cinco o cuatro meses que se habían tomado para que Dazai se repusiera de la cesárea. Aunque, por otro lado, como padre, no podía permitirse que su nieto se quedara sin cuidado y atención cuando debía de tenerla, y mucho menos, que entrara a una organización llena de sangre y muerte con apenas tres meses.

Podía ser despiadado, pero no imbécil.

En especial porque, para él, Dazai se había vuelto así por estar precisamente, pues, de esa forma; bajo ese ambiente hostil y por, sobre todo, por la desatención que sabia que en esa época había sufrido.

No obstante, no era momento de contar desgracias.

Hoy era el primer día, después de meses, que Dazai vendría de nuevo a la sede, y ya se imaginaba todas las preguntas que los curiosos le harían. Bueno, excepto los que si conocían su condición.

Mori se había encargado de esparcir de boca en boca la razón de su ausencia, ósea, una excusa para ella. Decían que había sufrido un golpe por la anemia, y que había sido hospitalizado por estar en estado grave. Claro que no era toda una mentira, pero si lo suficiente como para que la gente no se cuestionara más allá de lo permitido.

—Rintaro está nervioso— canturreo la niña rubia que coloreaba en el piso de su oficina con un tono de burla, como esas rondas infantiles absurdas en las que hablan de dos niños sentados en un árbol y... ya no se sabía más.

Mori soltó un suspiro y se restregó los ojos mientras se dejaba caer en su escritorio; y vaya que si estaba nervioso.

—Elise-chan ¿cómo puedo asegurarme de que Osamu-kun no vaya ser devorado por los imbéciles guardias en cuanto lo vean?

O lo huelan.

Pensó en su interior, aunque estaba claro que la niña podía leerle la mente.

No es que pensara que de un día para otro Dazai fuera a dejar de tomar sus pastillas y dejar de ocultar su olor, pero sabia que después de un embarazo el cuerpo se esta un poco inestable; no sabia si las pastillas serian igual de efectivas que antes. Y lo último que quería era que ahora su hijo se viera por los pasillos como un objeto para saciar sus deseos, o alguien a quien podrían seducir con sus instintos.

Porque Dazai podía ser todo menos eso.

—Rintaro debería dejar de preocuparse tanto, Dazai-san ya no es un cachorro— comentó con franqueza la niña quien, a pesar de ser eso; una pequeña, era bastante madura como para saberlo —Además, ¿Chuuya-san no lo marco ya? Si lo marco y Dazai-san desprende olor no deberá llamar la atención de los demás.

Y ahí iba a otro tema que no lo dejaba dormir.

No era que no confiara en Chuuya, sabia que sus sentimientos hacia su hijo eran genuinos, pero, cada que pensaba en que Dazai estaba marcado, se le hacia un nudo en el estomago por pensar en los peores escenarios posibles; consecuencia de sus malas experiencias.

Ougai soltó un gruñido de cansancio y estrés, definitivamente no estaba nada listo para que Osamu volviera; pero también quería verlo.

No tardo mucho en ser tocada la puerta, y el pelinegro en cuestión de milisegundos dio la bandera verde para que entrara; se le corto la voz dando la orden, lo que demostraba que estaba mucho más ansioso que antes. La niña rubia entonces, rio en su sitio.

Progenitores catastróficos (Chuuzai)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora