Colmillo de Piedra

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 La tribu estaba teniendo dificultades para encontrar alimento, y los líderes decidieron que debíamos cazar mamuts para sobrevivir. Yo era una mujer débil e inútil, en los trabajos que supuestamente están inculcados para mí, según los roles de género, así que, me utilizaban como carne de cañón. Me dedicaba a ir de caza, pero solo para llevar armas y ser el cebo de algunos animales. Mientras ellos llevaban los trozos del animal yo debía ir detrás de todos, por si algun depredador atacaba por la espalda. A pesar de que yo no era una cazadora experimentada, me pidieron que fuera el cebo para atraer a los mamuts a nuestra trampa. Me asustaba la idea de ser perseguida por una manada de mamuts gigantes, pero sabía que tenía que hacerlo si quería ayudar a mi tribu y que ellos se sintieran orgullosos de mi

Salí de la cueva en la mañana, temprano y me adentré en el bosque cercano. Sabía que tenía que encontrar un mamut solitario y hacer ruido para llamar su atención. Después de caminar durante horas, finalmente encontré a uno. Era enorme, con colmillos tan grandes como yo y una piel gruesa y peluda. Pero me obligué a seguir adelante, sin detenerme a pensar en lo que estaba a punto de hacer.

—¡Ey, mamut! ¡Ven aquí!— Grité, agitando los brazos en el aire. El mamut levantó la cabeza y me miró, y comencé a correr en dirección a la trampa.

De repente, oí un rugido detrás de mí y me di cuenta de que el mamut había comenzado a perseguirme. Sentí su aliento caliente en mi cuello y podía oír sus pasos pesados detrás de mí. Corrí tan rápido como pude, zigzagueando entre los árboles, hasta que finalmente llegué a la trampa. Salté dentro y agarré el poste de madera, preparándome para levantarlo cuando el mamut estuviera lo suficientemente cerca.

El mamut se detuvo frente a la trampa y me miró con curiosidad, agitando la cabeza. Sabía que era mi momento, así que levanté el poste y lo clavé en el suelo, atrapando al mamut dentro de la trampa. La tribu había preparado todo lo demás, y juntos pudimos matar al mamut y alimentar a todos los miembros de la tribu durante semanas.

Después de esa cacería, me di cuenta de que tenía un propósito en la tribu después de todo. Podía no ser tan fuerte como los cazadores experimentados, pero mi habilidad para atraer a los mamuts a la trampa había ayudado a mi tribu a sobrevivir. Y por primera vez, me sentí orgullosa de ser quien era y de mi papel en la tribu.

Una vez que logramos cazar al mamut, tuve que volver a mi aldea con mi tribu, sirviendo de nuevo como cebo para animales. Mi padre estaba allí, como siempre, y se burlaba de mí por ser débil y no poder cazar como los demás.

—Mira a la pequeña débil, regresando con los cazadores de nuevo. ¿No puedes hacer nada más que servir como cebo para animales?

—Padre, por favor, no empieces de nuevo.— Respondí con tristeza.

—Es la verdad, ¿no es así? Deberías avergonzarte de ser tan inútil.

Sentí una punzada de dolor en mi corazón. No importaba lo mucho que intentara, nunca parecía ser lo suficientemente buena para él. Pero no podía darme por vencida. Tenía que encontrar mi lugar en la tribu.

—Lo sé, padre, pero también sé que soy buena en esto. Alguien tiene que hacerlo, ¿no es así?

—Tal vez, pero eso no te hace útil. ¿Cómo puedes contribuir a nuestra tribu de esta manera?

—Sirviendo como cebo para animales, puedo ayudar a cazar, lo que significa que podemos alimentar a la tribu. Es importante, ¿no crees?

—Hmph, supongo que tienes razón.— Dijo mi padre, aunque todavía no parecía muy convencido.

No me importaba si él nunca me apreciaba, siempre y cuando pudiera encontrar mi lugar en la tribu. Y si eso significaba ser el cebo de los animales, entonces así sería. Al menos estaba haciendo algo útil para la tribu.

La misma nieveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora