CAP 5. "PUÑETAZO EN LA MANDIBULA"

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La ponzoña empezó a esparcirse por su cuerpo, el dolor era increíblemente doloroso, parecía como si fuego estuviera recorriendo su cuerpo y estaba quemando cada parte de todo su ser; Era insoportable, quería arrancarse la piel, quemaba demasiado, y parecía no acabar nunca. Jake solo quería que acabara, necesitaba que parara, si seguía asi lo mas seguro es que moriría por el dolor que sentía, que por lo que sea que esa cosa que recorre su cuerpo hiciera con el.

Edward estaba demasiado nervioso, la ansiedad de saber que pasaría con Jake lo estaba (literalmente) matando, no sabia si su pareja seria capaz de sobrevivir a la ponzoña y en el caso de que lo haga, ¿En que se convertiría? ¿Vampiro? ¿Seguiría siendo lobo u otra cosa? No sabían con exactitud, jamas se había visto algo como eso, jamas en la existencia de las criaturas sobrenaturales, se presencio el acto que hiso Edward. El vampiro ante la tardanza de Jake por despertar, creía que había muerto, ya que su cuerpo estaba demasiado quieto, y no respiraba, su padre le decía que era por la morfina que tenia su cuerpo, que era la que hacia que su cuerpo se quedara quieto y amortiguara el dolor.

***

--Fue divertido ¿no mi amor?—La melodiosa voz de su madre hiso presencia en su mente. Era un recuerdo, ese maldito recuerdo que lo atormento durante años, era día que la perdió, cuando toda la luz de su vida desapareció y se convirtió en oscuridad y agonía pura.

--Si, quiero volver a ir mami—Dijo Jake quien en ese entonces tenia tan solo 9 años, tan solo era un niño que pensaba que los superhéroes existían y quería convertirse en una cuando sea grande. El pequeño Jake miro al frente donde venia su madre mientras manejaba por la carretera llena de neblina y lluvia que caía a cantaros haciendo resbaladiza la carretera. Su madre le regalo una sonrisa por el espejo retrovisor y fue la ultima que le pudo dar, todo se volvió negro para el.

***

--Es bonito muchas gracias, Edward—Edward. Ahora si podía recordar el nombre del perfecto ser que estuvo con el durante casi 3 años de su vida, ese hermosos hombre que le regalo felicidad sin pedir nada a cambio y que le regalo su propia familia, su pequeña gran familia, que la conformaba con sus 2 hermosas princesas Alana y Acacia. Sus hermosos milagros.

***

--Bienvenido a tu nuevo hogar hermanito—Esa era Rachel la primera vez que llegaron a Hawái, frente a el estaba una gran y hermosa casa de color amarillo que contrastaba con el intenso sol de esa isla, era bonita, no lo podía negar, pero no sentía ánimos de estar ahí, esa casa demasiado pintoresca y grande; deseaba volver a Forks, donde estaba su padre, la tumba de su madre, el frio, la humedad y la soledad que debería sentir por no a ver protegido a su madre, le había prometido siempre cuidarla, que seria su superhéroe para toda la vida y jamas dejaría que le hicieran daño mientras el estuviera vivo. Pero no lo cumplió, no pudo hacer nada por ella y se fue, para siempre.

***

--Buenos días niños, hoy tenemos a un nuevo compañero, su nombre es Jacob y espero que le ayuden y lo hagan sentir en casa—La Mis. Anela, su maestra de escuela, siempre tenia una hermosa y radiante sonrisa que hacia sonreír a todos, todos excepto Jacob, quien se mantenía la mayor parte de su estadía en la escuela, en el rincón donde no le prestaran atención y no quisieran acercársele. Bueno, pero siempre va a ver una excepción ¿no? Si, ese fue el primer día que conoció a Damian, su primer y único mejor amigo, ese pequeño niño de piel blanca, con pelo rizado alborotado, ojos color chocolate, sonrisa blanca, y una extraño pero divertido sentido del humor, si ese era el Damian que lo saco de su pequeño mundo de soledad y auto-desprecio. Eso era lo mas le alegraba de estar con el, que era como su linterna en un bosque oscuro. Su mejor amigo.

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