¡Maldita sea! ¿Por qué la vida me hace esto? Hay miles de personas en el mundo y esto tenía que pasarme a mí. Ignacio, ese maldito creído, lo odio mucho más que a los Black, es el jugador número uno del equipo de natación de la escuela, el crush de todas la universitarias (también de algunos universitarios, como Alexander), aunque me duela mucho decirlo, sus ojos verdes son cautivadores.
Cuando se detiene y abre su puerta puedo sentir como mis orejas sacaban humo, como las caricaturas cuando están enojados o cuando comen algo muy caliente.-Hola Brenda, ¿Cómo has estado?- Me preguntaba ¿Desde cuándo me había convertido en un imán para atraer la atención de los chicos que odiaba?
-Hola Ignacio.- Le conteste lo más amable que pude, aun cuando quería sacarle las entrañas con una cuchara.-Pues no me quejo, ¿Y tu?
-Pues como siempre, bien, tan bueno como tu servidor- Rode los ojos, sin importarme que él lo viera.-Y dime, ¿Por qué estas vagando sola por estas calles? ¿Que no te acompaña tu molesto hermano mayor?- Sentí una enorme necesidad de golpear su cara, pero me controle.
-Esta con Fanny- Conteste de mala gana. -Y por cierto, ¿A ti que te importa si estoy caminado sola en las calles?
-Wow wow, tranquila nena- Maldita sea, ¿Por qué me estoy sonrojando? El es un idiota diciendo palabras idiotas.- Solo quería ver si mi compañera de clases necesitaba un aventón a su hogar.
Tristemente si lo necesitaba, mi casa quedaba un poco retirada de la institución, antes no era problema, ya que me venía en coche con mis hermanos, pero como esos idiotas no estaban tenía que resignarme a lo que fuera. - Si, necesito un aventón.
-Entonces ven- Dijo dando unas palmaditas al asiento del copiloto- Sube, será un viaje largo.
Sé que este capítulo es muy corto, pero la mente de esta psicópata está seca, y también sé que me tarde mucho en subirlo, pero lo importante es que ¡Ya está aquí! Espero que el siguiente capítulo sea más largo y su publicación sea más temprana, nos veremos hasta la próxima, los hamo. Chao ☺
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»Three«
RomanceMi abuela solía decir qué el amor sirve para lo qué sirve el cigarro, para quitar el hambre, para quitar el sueño y para matarnos despacio...