Resignada subí al coche de una de las personas que más superficial que he conocido.
Tome el lugar del copiloto, y cuando estaba a punto de cerrar la puerta, pude sentir una respiración en mi lóbulo izquierdo. Me voltee bruscamente y vi que Ignacio estaba a unos cuantos centímetros de mi rostro. Me sonroje, ya que nuestras respiraciones se fusionaban. Él olía a cigarro y a colonia masculina.
Inconscientemente cerré los ojos...
- ¡Pero qué caraj!... Tranquilizante, solo quiero cerrar la puerta, se traba un poco y para eso se necesita la fuerza de un hombre. - El muy desgraciado me guillo un ojo. ¡Lo que me faltaba! Aparte de egocéntrico, machista.
...
Fue el viaje más largo e incomodo que he hecho en toda mi vida (aunque la verdad casi nunca salia).
Mientras el motor rugía, empecé a recordar lo que me esperaba en casa, ya que en un par de semanas seria la fiesta sorpresa de Caedmon. Entre mi familia y amigos cercanos a él, me estaban abrumando con tantas "misiones secretas" que tenía que hacer para saber saber que pasaba en el mundo de mi hermano mayor; su rutina diaria, sus gustos, sus amigos... sus enemigos.
En ese momento me vino a la memoria el recuerdo fugaz de como Simon Black me miraba desde el ultimo lugar del aula, como tratando de memorizar cada uno de mis movimientos. Ñe probablemente me estaba volviendo loca
...
Después de 10 minutos de un silencio perturbador oí una voz gruesa y varonil.
- Estas muy callada.
Lo miré y en mi mente seguía la imagen de Ignacio siendo destrozado por koalas asesinos. Sonreí internamente.
- Por si no te has dado cuenta, no cuento con suficiente imaginación como para aportar temas interesantes a una conversación. - Respondí, aunque sabía que era mentira, simplemente no quería hablar para saber con cuantas chicas del instituto se había acostado.
-¡Oh!... Pues no te creo. -Su respuesta me sorprendió.
-¿Qué quieres decir con eso?- Tenia una enorme curiosidad del saber que pensaba sobre mi.
Guardo silencio durante unos cuantos minutos, los cuales se convirtieron en horas para mi, ya que la curiosidad me estaba matando. (Si exacto, soy un gato)
-Me refiero a que no creo que tengas poca imaginación. Lo digo porque he visto algunos de tus trabajos para la clase de redacción...
- ¡Como es posible que hayas visto mis trabajos!
- Porque soy el que ayuda al profesor a calificar ¡Dah!
- Ok, ok, no tienes que ser así conmigo.
- Perdona, no quería ser grosero, pero, ¿puedo continuar diciéndote el por que creo que mientes?
-Es...Esta bien.- Me maldije en voz baja por tartamudear en frente de Ignacio
Seguía viendo la carretera, pero pude ver como la comisura de sus labios se levantaban.
-Pues creo que mientes, porque he leído tus trabajos y me parecen fabulosos. ¡Es verdad!- Me le quede mirando con cara de pocos amigos.- Conozco a muchas personas que darían lo que fuera, en serio, lo que fuera por tener ese talento y esa pasión con la que tú cuentas al momento de escribir.
Wow, me sorprende saber que alguien piense así de mí, nunca me puse a pensar en que tenía una forma distintiva de escribir, simplemente hacia las tareas que nos mandaba el profesor Telléz, con la esperanza de que me sacará una buena nota.
-Oh, pues... No sé que decir, es ¿un honor?- Ignacio se rió.
-Bueno, pues me gustaría que lo tomarás como un comentario positivo, no como un "honor"- hizo las comillas con una sola mano, ya que seguía conduciendo.
-Oh, bueno... - Me sentí incomoda y feliz por aquel comentario.
De repente una pregunta interrumpió mis pensamientos.
-Oye... ¿Te puedo hacer una pregunta?
-Ya me estas...
-Otra pregunta tonto- Lo interrumpí antes de que terminara de contestarme. Vi como sonreía, y asintió con la cabeza. -¿Por qué quieres que me lo tome como un comentario positivo? Sin afán de ofender, pero pensé que al ser el jugador número uno del equipo de toda la cuidad, y haberte tirado a casi toda la comunidad femenil del plantel...- Me miro de reojo con cara de perversión ( 7u7)- ¡Idiota! Te dije que casi toda
-Ok perdona, soy hombre...
-Si y eso lo justifica- puse mi sarcasmo en modo on.- Bueno sigo... Pensé que al ser todo eso que te dije, se te subirían los humos y pedirías un poco más de, no sé ¿Respeto?
Permaneció callado. Parecía que estaba pensando cada una se sus respuestas para no cavarla.
-Creeme, tu pregunta no me ofende en absoluto- Dijo eso después de un minuto y cuarenta segundos (sí, los estuve contando)- Y quiero que sepas que no eres la primera y única persona en creer que soy alguien superficial y engreído. - Me volteo a ver, me sonrió y para rematar, me guilló un ojo. ¡Maldita sea! Me he puesto roja de nuevo. -Te sorprendería saber que aún existen personas que son humildes y saben reconocer las habilidades del otro, como lo estoy haciendo ahora al decirte que eres muy buena redactando.
Misión honrada al escuchar esas palabras y me sentí mucho mejor al saber que Ignacio no era la persona que creía, porque en realidad es mucho mejor.
- Lo siento -dije con toda la sinceridad del mundo
-¿Qué? - Al parecer mis palabras lo sorprendieron.
-Qué lo lamento
- No entiendo ¿Qué lamentas?
- Pues el haber pensado que eras una persona superficial, materialista, egocéntrico, machista, mandón, mamo...
-Vale, vale lo entiendo, sé que quieres decir y, con respecto a lo anterior, no tengo nada que disculparte.
-Lo sé, pero me siento mejor al disculparme con las personas a las que siento que el daño con mis palabras.
-Te entiendo, y te agradezco mucho por ser sincera conmigo - Volteo a verme. Estamos enfrente de mi casa. - Oye... Me agradas
Por Tercera vez en este auto pude sentir como mis mejillas se ponían de un rojo Rubí.
- Tú también me agradas. - Dije después de unos cuantos minutos de silencio. -Oye...
-¿Sí?
-¿Como sabes donde vivo? - Señalé por la ventana del lado del piloto una casa de dos pisos color blanco perlado. Desde el auto se podía ver que no había ninguna luz prendida. Uff mejor para mi.
Vi como se sorprendió por la pregunta, y apostaría todo lo que tengo (que no es mucho) a que ruborizó.
-Emmm... ¡Por los calzones de Batman! Está nervioso.
-Emm... ¿Qué? -Fui directamente al grano
-Pues lo que pasa es... - Santo cielo, mi cara se ha puesto roja ¡Otra vez!
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»Three«
RomanceMi abuela solía decir qué el amor sirve para lo qué sirve el cigarro, para quitar el hambre, para quitar el sueño y para matarnos despacio...