CAPITULO 1

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En un hospital de Caracas nació un niño llamado José Daniel, cuyo apellido no tenía aun. Era sietemesino y muy delgado.

Su madre Heidy era una mujer delgada y con los cabellos enrulados hasta la cintura, sus ojos eran verdes como una hoja semi-seca, conteniendo aquellos tonos verdes y marrones.

¿Quién diría que esta familia tendría que vivir un mes en el hospital?

José vivió su primer mes en una incubadora. Pero, por otra parte, su madre Heidy, la pasaba hospitalizada por desnutrición al igual que su hijo.

A las tres semanas de su estancia en el hospital Heidy, se hizo amiga de su enfermera Lani , una chica rubia y muy simpática.

El Dr. Hidalgo la da la noticia a Heidy de que su bebé no sobreviviría a una desnutrición de tal grado. Ella intenta ser optimista y pide que pensasen en una forma que salvara su hijo.

El Dr. se retira con mucha pena e incomodidad de la habitación de Heidy.

Aquella madre que se encontraba en aquella vieja cama con sabanas blancas miraba pensativa el blanco de la habitación que creaba un ambiente estable y melancólico. Toma una almohada de la cama en la que colocó su rostro. Al poco tiempo sus lagrimas caían impregnándose en el blanco de aquella funda blanca, por momentos pensó que quizás esas paredes blancas serian su ultimo recuerdo.

Se oía el caminar de una mujer entaconada junto con el sonido de una maquina de electrocardiogramas. La enfermera Lani, abrió la puerta de la habitación donde se encontraba Heidy y se acercó a ella con su fantástico caminar. La toma de un hombro el cual sacudió muy levemente y da los buenos días Regalando una sonrisa para la paciente.

Los rayos del sol entraban finamente delgados, cayendo como seda e iluminando toda la habitación desde una ventana junto a Heidy.- ¿Dónde estoy?- se pregunta, al notar que ese lugar no era la habitación del hospital.

Estaba asustada pero más anonadada que aterrada, no podía creer lo que veía, sólo podía pensar sin dejar de comparar su actual casa vieja con problemas de infraestructura, ubicación y diseño .Pero, dejando atrás todo aquello que le impedía disfrutar de ese grandioso lugar, decidió observar de aquella hermosa vista expuesta en el balcón, quizás era una de las vistas más hermosas que había visto, las calles estaban limpias y más bello que nada era el parque que se veía desde allí.

La curiosidad de bajar a investigar lo que se encontraba en cada rincón de la casa, luchaba contra el miedo de salir de aquella habitación, pero, ya estaba inundada de curiosidad y resistirse era inútil.

Sale de aquella gigantesca habitación y todo alrededor de ella se podía denotar que eran carísimos objetos, estaba tan emocionada que bajó al siguiente piso sin fijarse en aquella escalera que tenía unos preciosísimos adornos franceses tallados en mármol.

Llegó a lo que parecía la sala de estar, donde se encontraba una televisión pantalla plana gigantesca y los muebles eran de un tapizado de color negro que con la luminosidad de la casa daban un toque muy moderno a la habitación.

Heidy, se sentó en uno de esos cómodos muebles mirando sin parpadear el mural que se encontraba en el techo. Estaba enamorada de aquella bella pintura en el techo que se quedó envilecida por unos minutos.

Después de un largo recorrido Heidy, podía percibir un suave olor a vainilla que provenía en dirección del único lugar que le faltaba por apreciar y el más importante para ella, "La cocina".

No paraba de pensar en que misteriosa y hermosa cocina habría en ese esplendido lugar. Justo al entrar a la cocina se consigue con un hombre que estaba sentado jugando naricitas con un bebé. El corazón de Heidy, estuvo a punto de estallar y sus latidos eran muy apresurados, tanto así que por cuestión de reflejos se escondió agachada al lado de la nevera.

Lagrimas & GuerraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora