La chica corrió fuera de la escuela, el viento chocando contra su rostro mojado por las lágrimas. El miedo impidiéndole respirar. ¿Qué estaba pasando? Y más importante aún, ¿Por qué? Que ingenua había sido al pensar que todo era una alucinación suya. Dos personas habían muerto. Dos personas que se encontraban cerca de ella habían muerto. ¿Acaso era su culpa? ¿Por qué cuando la nada llegaba y después se iba, terminaba con un cadáver frente a ella? ¿Porqué le pasaba esto a ella? Miles de preguntas guiadas por el temor y la incertidumbre.
La chica corrió a su casa de nueva cuenta, encerrándose en su habitación sin hablar con nadie. Por suerte, su madre trabajaba de noche y no había estado en casa para presenciar el desastre de los últimos dos días. No quería saber nada. No quería explicar nada.
Un rayo de esperanza en su interior le decía que sólo estaba muy cansada, que eso era todo. Que no había una nada, ni asesinatos, que no había nada malo con ella. Pero ella sabía que no era cierto y pronto tendría que afrontar la realidad.
...
No durmió en toda la noche y pasó todo el día encerrada en su habitación. El sol se metió hace ya unas horas, es sólo cuestión de tiempo para que suceda. Ella cierra los ojos con fuerza y espera. Nada. La nada no llega. Ella abre los ojos extrañada. De pronto, un fuerte golpe destroza la cerradura de su puerta. No. No puede ser. Ahí está: la nada.
...
Al recuperar sus sentidos, se encontró en el patio de su casa. Soltó un grito horrorizada. Su fiel compañero. Su mascota. Aquel amigo al que había tenido desde que era un cachorro. La chica cayó de rodillas junto al cadáver de su perro y comenzó a llorar desconsoladamente. Entre la desesperación y el llanto, su madre llegó a casa. Pudo escuchar su voz saludándola desde la cocina. Al no recibir respuesta, su mamá empezó a buscarla por la casa, hasta que la encontró.
La mujer gritó de la misma forma que la chica hace unos instantes al ver lo que había pasado. La chica corrió a los brazos de su madre, sin saber que decir ni cómo explicar. Aunque era muy claro lo que había pasado.
—Yo... yo no sé que... —fue lo único que pudo pronunciar la chica entre lamentos.
La madre, con el rostro pálido miraba la situación con terror absoluto, para luego mirar a su hija, que estaba atemorizada y buscando consuelo en sus brazos. Entonces la abrazó y reconfortó como cuando era una niña, por más que no pudiera comprender que estaba sucediendo.
Momentos después, ambas entraron a la casa y se sentaron en el sofá, buscándole una explicación al asunto. La hija apenas y reaccionaba, todo esto había sido demasiado para ella. La madre sólo la observaba, perdida en sus propios pensamientos. Todo debió ser un accidente, la sangre en la escena no significa nada...¿o sí? Claro que si, la hija sabía perfectamente que esto ya no era más una casualidad o una pesadilla. Definitivamente era real. Ya no quedaba duda.
La madre recogió el cuerpo sin vida del querido animal y lo enterró en el patio, para después limpiar el desastre en el patio. La hija mientras tanto se dedicó a buscar pistas. Ya era suficiente, las cosas no podían seguir así. Todo esto, tenía que haber una explicación detrás de todo, pero ¿cuál era? Confundida analizó la situación, tratando de recordar cualquier detalle antes de la nada, por más mínimo que fuera. El helado escalofrío, el mareo... ella había estado esperando la nada... pero esta no había llegado... entonces... ¡La puerta! ¡Algo o alguien destrozó la cerradura y la puerta se abrió! La chica corrió hacia su cuarto y lo confirmó: la cerradura de la puerta estaba rota. La nada no llegó hasta que la puerta se abrió... pero, ¿qué o quién estaba detrás de la puerta?
...
La chica se encerró toda la noche en su cuarto, pero esta vez para pensar. Por tres días había estado llorando y atormentándose con las tragedias que habían sucedido, era tiempo de averiguar que rayos pasaba. Repasó los hechos de los últimos tres días: tres muertes, tres asesinatos violentos.
Los tres en el mismo lugar y hora donde ella estaba.
Los tres después de la nada.
Mucha coincidencia.
La nada, los mismos síntomas iniciales: un escalofrío, un mareo y luego nada, pérdida de consciencia.
Cada vez que alguien moría, ella aparecía frente al cadáver... en el mismo lugar... no.
No, en el primer y segundo incidente, ella permaneció en el mismo lugar... pero la última muerte... su perro estaba en el patio y la nada llegó cuando ella estaba en su habitación... no, no, no.
La chica comenzó a temblar con temor y desespero, el rompecabezas armándose en su mente... todo indicaba a una sola cosa: ella era la culpable de los asesinatos.
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El misterio de la nada
Misterio / SuspensoCinco. Cinco. Cinco. El número revolotea en su mente. ¿Cinco días? ¿Cinco horas? No, cinco segundos hasta que llegue la nada. La "nada", un concepto bastante aterrador, porque ¿Qué es la nada? No podemos describir lo que no hay. Lo único que sabemos...