2. Confusión.

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  Hoy tenía todas las energías del mundo. Había dormido sin interrupciones, salvo cuando Liz me llamó para contarme su conversación con Matt, pero cuando colgamos enseguida me volví a dormir. Lo único que recordaba de todo lo que había dicho era que tenía una cita con él, y vaya que me había contado demasiado. Liz podía decir cincuenta palabras por minuto y me había tenido en la línea del teléfono al menos veinte minutos. Ya se pueden imaginar todo lo que me habrá contado...

  Mis clases empezaban con matemáticas, tomé mis libros del casillero y caminé con calma hacía el salón porque hoy estaba llegando temprano. Cuando entré lo vi sentado en una esquina del fondo, su ojos se dirigieron a mí y enseguida agaché un poco mi cabeza para que no notara que mis mejillas estaban casi del color de mi cabello. Temía que supiera que le tomé una fotografía.

  Me senté en un asiento del medio, pero no tan cerca para evitar que me preguntara algo. La clase de Matemática me gustaba, era una de las clases más fáciles para mí. Agradecía tener tanta facilidad para los cálculos.

  Se me ocurrió darme vuelta para observarlo un poco, así que lentamente giré mi cabeza y mi corazón se paró por un momento. Él me estaba mirando fijamente. ¿Así había estado toda la clase? Creo que él sabía de la foto y quería que yo lo supiera.

  El timbre sonaba en cinco minutos, tenía que ser rápida y pensar en alguna excusa porque tenía que responderle. ¿Cómo debía actuar? ¿Tenía que sentirme intimidada por él? ¿Debía negarle todo? Eran tantas preguntas vagando por mi cabeza a la vez y ninguna me la podía responder.

  Y lo que menos quería que sucediera sucedió. El ruido de la campana de receso inundó mis oídos, tomé mis cosas tan rápido como pude y cuando quise tomar mi bolso que lo había dejado al costado de mi silla sucedió algo que solo a mí me pasaría en momentos así. Se me cayeron todas las cosas que traía dentro de mi mochila. No sabía si reírme o llorar de la vergüenza y del apuro que me daba de que el me preguntara si era una loca que andaba fotografiando a los chicos guapos de la escuela. Me arrodillé para recoger algunos lapiceros que se habían esparcido por allí y suspiré maldiciendo al mundo por la mala suerte que tenía. Vi de reojo unas zapatillas de color bordó acercarse a mí y unas manos desconocidas tomaron mi cámara que también había caído del bolso. Mierda. Con algo de temor levanté mi cabeza para encontrarme con esos ojos celestes que me miraban desde arriba, rápidamente me levanté enderezando mi espalda y coloqué un mechón de cabello detrás de mi oreja.

—¿Te gusta mucho sacar fotos? —Me preguntó mientras movía la Polaroid entre sus manos, observándola de lado a lado.

—Eh... Yo...

  Tierra trágame.

—Mi nombre es Edmond, Edmond Cox. Y esto te pertenece...—Estiró su mano con la cámara hacia mí y tomé de esta para guardarla.—Creo que deberíamos de hablar sobre algo... Holly, ¿no? —Dijo no muy seguro.

  Oh, no...

—Claro, vamos al campus.—Murmuré.

  Caminamos en silencio, estaba segura de que él estaba igual que yo al no saber que decir. ¿Cómo entablarías una conversación con alguien que podría ser una acosadora? Aunque era obvio que yo no lo era, pero él no lo sabía.

  Nos paramos en un lugar en donde no había mucha gente, solo unas cuantas andaban dando vueltas por allí. Me acorraló contra la pared que antes se encontraba a unos centímetros de mi espalda y colocó sus manos contra la ella a cada lado de mi cabeza para evitar que escapara.

  Ahora sí estaba asustada. ¿Qué estaba haciendo?

—¿Q-qué estás haciendo?—Tartamudeé.

Seducción CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora