5. "¿Te acostarías conmigo hasta que me duerma?"

422 29 2
                                    

  Esta vez no iba a quedarme atrás, el miedo que sentía no iba a hacer que me escondiera como una niña de cinco años debajo de su cama, sino que iba a buscar la forma de luchar contra esto. No podía contarle a nadie más sobre lo que estaba sucediendo, temía poner en peligro la vida de alguien, por lo tanto con la única persona que podía hablar de esto era Edmond. ¿Y por qué estaba tan segura de que yo estaba en peligro? Bueno, quizás porque la persona que quería hacerle daño podría haberme visto cuando estuve con él en algún momento. No lo sé, pero de alguna forma u otra ya me encontraba involucrada en esto.

  No quise pensar mucho antes de tocar el timbre, no quería arrepentirme. Y sí, estaba en frente de la casa de mi gran "amigo" Cox. Tenía que acostumbrarme a tratar con Edmond, aunque algunas veces me dieran ganas de treparme a él y arrancarle los ojos. Y digo "treparme" porque es demasiado alto.

  Ésta vez el abrió la puerta, su mirada expresaba estar sorprendido. ¿Qué? ¿Acaso tenía algo en el rostro? Tiró de mi mano adentrándome a su casa antes de que yo pudiera decir algo y cerró la puerta detrás de nosotros. 

— ¿Acaso no te fue suficiente con lo que te dije el otro día? — Dijo entre dientes, pero no estaba enojado, sino más bien... preocupado.

— Necesito que me des más respuestas. No puedes escupir las cosas de esa forma y luego evitarme en los pasillos de Belmont.

  Sí, luego de ese día en el estacionamiento estuve buscando la oportunidad para poder hablar con él en el instituto. Lo busqué una vez, dos veces, tres veces y nada... siempre se iba antes. 

— Hizo su cabeza hacia atrás para mirar hacia arriba y bufó. — Te estoy protegiendo, Holly. Lo peor que podrías haber hecho es haber venido a mi casa, que posiblemente está vigilada por hombres malos que quieren matarme. ¿Has caído ya? — Entrecerró sus ojos analizando mi rostro.

  Me estaba protegiendo. Algo no muy particular del Edmond Cox que conozco.

— ¿Por qué quieren matarte? ¿Tu tío sabe sobre esto?

— Ya sabes demasiado, deja de hacer preguntas. — Se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia la cocina. 

— ¿No crees que tengo derecho? — Reproché mientras caminaba por detrás de él. Me molestaba que me dejara hablando sola. 

— ¿Estás obsesionada conmigo? Siempre me estás persiguiendo. — Noté que se reía por lo bajo mientras buscaba algo en la heladera. — ¿Quieres algo de tomar? 

  Nuevamente se estaba comportando como un imbécil. Obviamente yo iba a jugar si a él le gustaba jugar. 

  Me acerqué más a Edmond que se encontraba de espaldas, cuando no obtuvo respuesta alguna por parte mía se dio la vuelta para mirarme y para su sorpresa estaba a unos centímetros de él. 

— Claro que sí, Edmond. — Mi voz se tornó en un tono seductor, coloqué la palma de mi mano en su torso y pestañeé un par de veces. — Estoy tan obsesionada contigo que la próxima vez que te comportes como un imbécil te voy a arrancar esos bonitos ojos celestes que tienes. — Intenté sonar lo más dulce posible. 

  Sus labios se entreabrieron para decir algo, pero su tío entró desprevenidamente. 

— Oh... hola, Holly. No sabía que estabas aquí. — Elevó sus cejas mientras sonreía amablemente, y luego miró a Edmond que no sabía qué decir sobre la situación. 

— Hola, señor. — Una pequeña sonrisa se formó en mis labios, aunque por dentro me moría de la vergüenza. — Ya me estaba por ir...

  Genial. ¿Qué pensaría de mí el tío de él después de esto? 

Seducción CriminalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora