Ayer mi mayor enemigo me miró, como siempre acostumbra hacer de vez en cuando. Nos miramos fijamente a los ojos y se veía tan triste que por primera vez desde que comenzamos nuestra enemistad no me dieron ganas de destruirle su autoestima. Ya la tenía en pedazos, se sentía como me gustaba hacerlo sentir cada vez que le hacía bullying, pero me dió tanta lástima que hoy fui yo quién tuvo que brindarle mi apoyo. Hablamos por largo tiempo, me contó de como se sentía y como le lleva el karma a pesar de el haber cambiado hasta el punto de que nos volvimos enemigos, de ahí surgió realmente nuestra enemistad. Es que no están en contexto, lo que sucede que antes éramos mejores amigos... él y yo nos dedicábamos a romper algún que otro corazón que se nos atravesaba por el camino, solíamos no darle importancia a los sentimientos de otro porque solo nos importaba ver nuestro 6 aunque la otra persona viera un 9 y así pasamos noches estupendas, que buenos tiempos! Pero el se volvió bueno, honesto, sensible y empezó a darlo todo sin importar q no fuera correspondido su benevolencia, de ahí nuestra enemistad a muerte. Cada noche gritaba y gritaba todo lo que solíamos ser con la esperanza de que no pudiera dormir y hacerlo volver a nuestros mejores tiempos, pero no me escuchaba, solo a veces lograba sacarlo de esa nube e idealización que tiene sobre las demás personas, soñador al fin... le decía: las personas no cambian, puedes darlo todo que al final la gente cogerá lo que le das para su propio uso y luego como cualquier artículo de uso te desecharán, que el ser social está tan deteriorado que solo piensan en ellos de manera egoísta, que la humanidad está falta de valores y como toda buena especie que somos debemos adaptarnos para poder sobrevivir entre tanta falta de valor. ¿Cómo? Pues fácil, siendo lo mejor de lo peor, así me gusta ser. Pero desde que él decidió tenerle fe a la humanidad, que le dio un voto de confianza al amor y empezó a reconstruir gente a costa de su integridad mental pues que va... enemigos a muerte somos. Pues mi ex amigo está tan debilitado y no es por mí que no he querido apretar la llaga. Siente que no vale nada, que no se merece nada, que simplemente debe vivir como nadie que no tiene nada que perder, sin causa ni motivo para respirar. Y eso es lo peor que le puede pasar a alguien, haber perdido la fe en uno mismo. Ojalá y vuelva a ser mi enemigo pronto, porque a decir verdad me siento mejor siendo la oscuridad y martirizarle la existencia antes de verlo de nuevo siendo quien una vez fuimos.
