28 de junio

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Hoy fue un día un tanto extraño e irritante.

El mismo chico de la cafetería se sentó a mi lado en el banquillo del parque, me dedicaba una que otra sonrisa amigable, yo no podría decir lo mismo de mí. Ese chico me buscaba por todas partes, creo que es un acosador. Es mejor tener cuidado desde temprano.

Siguió conversando conmigo de cosas que no lograba entender. Por lo visto, tenía que concentrarme bien en sus palabras para no perderme. Pero tampoco me interesaba. Hasta que dijo mi nombre, ahí si me di vuelta en dirección a el con los ojos bien abiertos.

-¿Como sabes mi nombre?

Èl, al ver mi cara de desconcierto me respondió:

-Una de las camareras de la cafetería me lo dijo.

Fingía leer mi libro mientras me contaba cosas sobre el, algo relacionado con sus gustos y preferencias. Sobre la universidad que decidía asistir después de las vacaciones etc.

Yo sin embargo no dije ni una sola palabra.

¿Por qué me estaba contando cosas tan personales? ¿A caso estaba loco?

-Oye, si te soy sincera... no me interesa nada de lo que estás diciendo.

-No espero que lo hagas- soltó una carcajada un poco irritante- solo quiero conversar con alguien.

-No estás en una conversación si yo no hablo- me crucé de brazos.

-Lo estás haciendo ahora- la comisura de sus labios se elevaron burlonamente.

Empezaba a cansarme este chico.
Me paré del asiento y me fui de ese lugar como siempre (sin avisar o sin despedida)

Al llegar a mi casa subí a mi cuarto y me tiré en mi cama para seguir con mi lectura. Al abrir el libro me di cuenta que dentro yacía un pedacito de oja color violeta. La tomé después de unos segundos para asegurarme que no fuera una bomba.

Se que no te acuerdas de mi, pero algún día te diré lo muy cercanos que éramos.

El Diario de Elisabeth Donde viven las historias. Descúbrelo ahora