Salva tus lágrimas para otro día

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En un parque Oliver e Isla estaban juntos. Estaba nevando y ambos se estaban congelando. Intentaron comprarse un café, pero el lugar estaba repleto de gente y no tenían ganas de esperar. Se llevaban muy bien entre los dos, se conocen desde que tienen memoria, sus familias son muy unidas y en cada evento se reencuentran, siempre con una sonrisa.

Él es un estudiante universitario muy estricto y organizado con su vida, gracias a eso se convirtió en una persona muy respetada y querida por todos en su Universidad. Ellos lo llamaban "joven prodigio", sin embargo, él odia que lo llamen así. Se considera una persona común y corriente, su única cualidad es ser organizado. "¿Eso es ser alguien prodigio?" Se preguntaba constantemente.

Ella asiste a la Escuela Nacional de Danza en dónde entrena todos los días. Es todo lo contrario a su amigo, es una persona rebelde y muy temperamental. Pero, gracias a eso provocó un gran impacto en su niñez y la llevo a ser una de las mejores bailarinas de su ciudad. Llamada "Reina del Baile", ella también odia que la llamen así. Le parece completamente exagerado un apodo así. "¿Me consideran una reina? ¡Es horrible!" siempre exclamaba mientras se miraba en el espejo.

Ambos se juntaron para generar calor y no morirse de frío. Él estaba un poco avergonzado de estar tan cerca de ella, su corazón se aceleraba con rapidez, mientras que ella no se percató de ello. Ni siquiera le importaba demasiado. Pasados unos minutos, el frío seguía aumentando considerablemente.

— Europa y América. — Rompió Isla el hielo entre ellos dos.

Ladeando la cabeza, Oliver la observa levantándose del banco de madera repleto de nieve. Respirando profundamente, ella suspiro dentro de sus manos generándose un poco de calor. Tomo impulso agachándose y comenzó a correr alrededor del él. Aún más confundido la mira extrañada por lo que está haciendo. Preguntó qué era lo que estaba haciendo.

— Daré una gira por todo el mundo. — Respondió quedándose enfrente de él.

La nieve seguía cayendo y el joven boquiabierto no dijo nada.

Isla lanzó una pequeña risa por la reacción de su amigo. Le contó que el equipo había sido elegido a participar en diferentes competencias en gran parte del mundo representando a su Reino. En este caso ella representaría al Reino de Esmeralda. Era el mayor logro que podía haber logrado jamás.

Oliver nervioso, le pregunto acerca del tiempo que no estaría en la ciudad. Algo apenada, volvió a suspirar y elevó la cabeza observando como los copos de nieve caían lentamente.

— 3 años. — Respondió sin dejar de ver el cielo.

Esas palabras devastaron al muchacho, el cual se quedó petrificado mirándola. Después de tanto tiempo estando juntos, eso fue un golpe muy duro para él, incluso pensó en su madre, la cual tenía un gran apego con ella, como si fuera parte de su familia. El simple hecho de no verla por 3 años, era algo que no lo dejaría tranquilo nunca. Ella notó la preocupación de su amigo e intentó calmarlo. 

Para cuando él se dio cuenta, unas lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos. Ella cerró los ojos, pero tampoco pudo evitarlo, ambos comenzaron a llorar. No querían estar alejado el uno del otro. Les parecía imposible estar tanto tiempo solos, sin siquiera hablarse cara a cara. Ella le dijo que tenían los teléfonos para hablarse, pero dentro suyo sabía que no era lo mismo.

Mientras el joven seguía llorando, ella le acariciaba la cabeza con suavidad. Se alejó de él y comenzó hacer lo que mejor sabe para calmar a los demás. Bailar.

Ella sabía que dando lo mejor de sí misma, lograría calmarlo. Y así fue. Él dejó de llorar y se dedicó a observarla asombrado. Tales pasos y la gran elasticidad lo sorprendían. Ambos sabían que esa era la última danza que ella podía hacer y él ver. Cuando finalizó su baile, él la aplaudió y salió corriendo a abrazarla con todas sus fuerzas.

— Aún queda tiempo para hablar. — Dijo Isla.

Él vio como un copo de nieve caía sobre ambos. Y se decidió.

— Hablemos hasta el fin del mundo. — Terminó de decir con un beso.




- Fin - 

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