Érase una vez... 2

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Érase una vez... dormir enamorada.

Ambas chicas terminaron de cenar la pizza y fueron cada una a un baño para lavarse los dientes y darse una ducha rápida antes de cambiarse de ropa. Acabaron casi a la misma vez y se encontraron en el pasillo. Sería la una menos cuarto de la noche.

—Me voy a ir ya a dormir —comentó Karina.

—Pero creo que Giselle está en tu habitación.

—¿En la mía? —preguntó Karina confusa. Fue hasta la puerta y la abrió con cuidado.

—Será idiota, si quería mi cargador que lo hubiese dicho. Y encima se duerme.

—Hey déjala —añadió Minjeong riendo— está cansada. Además ya están las dos dormidas.

Karina cerró la puerta sigilosamente y suspiró.

—Bueno, pues tú y yo otra vez.

—Lo dices como si te disgustara mi presencia... —Minjeong asomó un puchero.

—Hey idiota, sabes que no es verdad. Vamos anda —agarró a Minjeong de la mano y la arrastró hasta la habitación.

—Oye Jimin...

—Dime —respondió mientras deshacía la cama de Giselle para acostarse.

—Gracias por no contarle a Aeri lo de antes. Fue bonito por tu parte —sonrió.

—No tienes que darme las gracias, sé cuánto te incomodan estas cosas.

—Igual gracias.

—¡Dios! —dijo exaltada acercándose a toda velocidad hacia Minjeong— ¡Deja de ser tan mona! —pellizcó los mofletes de la joven y rió.

—¡Auch! ¡Si no he hecho nada!

—Me da igual, eres adorable —dijo sonriendo.

—Me has hecho daño en los mofletes... —puso cara triste.

—Lo siento... ¿Me perdonas?

—Con una condición —Minjeong se mordió el labio por dentro.

—¿Cuál?

—Duerme conmigo.

Aquello pilló a Karina desprevenida. Se sorprendió... pero de felicidad, intentó no expresarlo pero estaba muy, pero que muy contenta.

—Claro.

Aquel crush que tenía Minjeong por su compañera, también lo tenía Karina por ella. Era mutuo, por eso se entendían tanto, se complementaban, hacían idioteces y nunca se cansaban de la otra. Porque se querían y era recíproco.

Karina se metió dentro del edredón de Minjeong y titiritó del frió que le entró.

—¿Tienes frío? Esta habitación es siempre más fría que la otra.

—Lo n-noto... Dios —dijo con dificultad. Frotó sus manos y se abrazó a sí misma—. ¿Cómo puede ser que haga más frío dentro del edredón que fuera? —Minjeong rió.

—Porque lleva todo el día a oscuras y tapado. Necesita calor corporal.

Karina suspiró.

—Ven, tápate.

Minjeong intentó rodearla con el edredón pero como se le hacía difícil ya que era muy gordo hizo otra cosa. Se acercó a ella y pasó su brazo bajo su nuca y la atrajo directamente hacia ella. Karina quedó con la cabeza apoyada en su pecho y prácticamente sobre ella.

—¿Estás mejor así?

—S-Sí... —Karina tartamudeó, la joven pensó que sería del frio... Pero era de los nervios.

Érase una vez | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora