Érase una vez... 4

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Érase una vez... indiferencia y no indiferencia.

Minjeong estaba cansada. Había pasado un día entero, el cual Karina había intentando comunicarse con ella de mil maneras posibles pero la joven era seguía enfadada, era orgullosa y eso hacía las cosas difíciles. Por supuesto que Minjeong seguía enamorada de ella, por supuesto que sentía aquellas mariposas en su estómago cuando la veía pasar delante suyo, pero también, por supuesto que recordaba aquel rechazo de la manera más fea y de cómo dijo que no debería haber pasado.

La joven no sabía exactamente qué haría, no podría estar ignorándola toda la vida, pero solo tenía claro que en esos momentos necesitaba tiempo para desconectar, que se le pasara el enfado, que si Karina prefería que las cosas se quedaran como si nunca hubieran sucedido, así sería.

Las chicas se encontraban en la sala de ensayo, iban a practicar aquel baile que tanto le costó a Minjeong aprender. La joven se sentó en el banco y miró a su alrededor, recordó como Karina la ayudaba con los pasos, como le decía que no dejase de creer en sus habilidades. Suspiró.

—En fin —dijo para sí misma.

—¿Has dicho algo? —preguntó Giselle.

—No. ¿Ha venido Jon?

—No lo sé, debería estar aquí ya.

La puerta se abrió dejando ver a una persona totalmente nueva a ojos del grupo de chicas. Era una chica de unos 23 años, alta, pelo rojo, bastante atractiva y sobre todo, llamativa. Las cuatro se quedaron petrificadas cuando aquella chica se dirigió a ellas.

—Vamos chicas, hay que ensayar.

—Perdona, ¿y Jon? —preguntó Karina confusa.

—¿No os han avisado? —negaron— Vaya. Pues yo soy Soojin, voy a ser vuestra coreógrafa estos días. Jon no se encontraba muy bien así que me han pedido que venga.

—¡Oh! Vale vale, pues encantada —dijo Karina con una sonrisa.

—Sí, encantada —añadió Giselle.

—Lo mismo digo —Ningning continuó.

Los ojos de Soojin se dirigieron hasta Minjeong, que la pobre se había quedado pensando embobada con la botella de agua en la mano. Cuando notó que todas la miraban Soojin habló.

—¿Tu debes de ser Winter, no?

—Sí, soy yo —sonrió—. Disculpa, tenía la cabeza en otro lado. Puedes llamarme Minjeong.

—Esta bien, Minjeong. Encantada —Soojin sonrió a la joven.

Mientras tanto Karina las observaba intensamente. La mayor no se consideraba una persona celosa, no era de ese tipo de chica con poca autoestima o que se sintiera inferior frente a otras personas, pero el hecho de que Minjeong la ignorara de manera rotunda y mientras tanto conociera a gente nueva... Gente nueva y atractiva. Aquello no le hacía ni una pizca de gracia.

—Si sigues mirándolas así las vas a fulminar —susurró Giselle en el oído de Karina.

—¿Qué? No las estoy mirando.

—Ya, claro —rio.

—Minjeong sigue sin hablarme.

—¿Qué quieres decirle exactamente, Jimin? Porque si vas a decirle lo mismo que le diste a entender en el salón, mejor deja que se calmen las cosas.

Karina miró a su amiga. Suspiró.

—No lo sé, realmente no lo sé... Pero es que odio esta indiferencia. Odio que me ignore, quiero que me mire, que me haga caso —soltó un grito ahogado que solo escuchó Giselle.

Érase una vez | winrinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora