Parte III

23 2 2
                                    

Estaba segura que mi cara era totalmente de WTF.

Este tipo o estaba drogado o poseído, una de las dos seguro. Porque lo que decía era completamente absurdo. Para empezar, ¿qué tanto sabía sobre mi vida? Hasta sabía quién era mi tía, con todo y apellido.

Okey, ahora si tenía miedo, sentí que mis piernas me traicionarían haciéndome caer. ¿En qué estábamos metidos Jackson y yo? ¿O era parte de nuestra imaginación por andar metiéndonos donde no nos llamaban?

Tragué saliva, mi garganta estaba tan seca que me dolió el simple gesto. Tenía que hacer a un lado el temor para conseguir más respuestas, pues esto se estaba poniendo feo. Me inquietó demasiado que el nombre de la tía Greta saliera a relucir en medio de toda esta extraña situación.

—¿Qué tiene que ver mi tía en todo esto? ¿Y por qué demonios dices que es una bruja? —exigí saber tratando de permanecer firme.

—Vamos con calma, siéntate ahí —ordenó Micah lanzándome al sillón Victoriano sin mucha delicadeza, aplastando a la muñeca de porcelana con mi trasero—. Iré explicando por partes.

Micah se quedó parado en frente de mí con las manos detrás de su espalda en una posición diplomática. Jackson seguía frente al ropero sin dejar de alternar la mirada entre el chico misterioso y yo. Comprendí que ambos estábamos igual de confundidos y aterrados.

—Supongo que una de tus principales preguntas es por qué sé cosas de ti y cómo es que estoy aquí —hizo una pausa pero yo no contesté —. Bien, pues para responder eso debemos remontarnos al año 2017, tú estabas por cumplir los catorce años cuando yo aparecí en tu vida.

En serio que mi cara no hacía otra mueca que no fuera de absoluta confusión. Tenía el leve presentimiento de que con cada palabra que dijera Micah yo quedaría más perpleja, porque justo ahora no tenía ni idea a qué se refería exactamente.

—A ver, a ver, ¿apareciste en mi vida? ¿En qué momento? ¿De qué forma? No te recuerdo, jamás te había visto en mi vida —no encontré manera más directa de dejarle claro que decía puras cosas sin sentido.

Él me observó por un par de segundos antes de responder. Su mirada y toda su presencia eran intimidantes, pero no me permití flaquear. No era el momento.

—Es porque de hecho tú jamás supiste de mi existencia, hasta ahora claro, tú formabas parte de mi vida pero yo no de la tuya.

«¿Eh?»

Jackson pareció desesperarse así que reaccionó:

—¡¿Puedes explicarnos de una maldita vez quien rayos eres?! —preguntó levantando la voz.

Con el reflejo de la luna en la habitación se veía que tenía la frente húmeda. También estaba muerto de miedo y como yo, era un manojo de nervios. Micah le dio un vistazo rápido y luego se giró de nuevo a mi ignorando completamente a mi amigo. Lo que agradecí porque lo que menos quería era alterar a un desconocido en una habitación oscura.

Le envié una mirada a Jackson que decía:

Tranquilízate, no queremos provocar a un tipo misterioso que tiene información sobre uno de los dos.

—No entiendo lo que quieres decir, yo...

No pude seguir hablando, toda esta situación me tenía con el alma en un hilo, deseé no haber visitado nunca esta casa que al final sí resultó estar maldita. Al menos para nosotros.

—Te diré todo, solo necesito que no me tengas miedo, necesito que dejes de temerme porque así no podremos avanzar, yo quiero ayudarte por eso estoy aquí, por eso he estado siempre aquí —dijo Micah con un toque de desesperación en la voz.

El canto del reidorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora