Desperté cansado, otra vez. Pensé en lo que iba a hacer, pero decidí seguir con mi rutina. Hablar con Carnina, pedir lo mismo para seguir con lo de siempre me hacía feliz, aunque al verla hoy ella parecía enojada o triste. ¿Quizás esté preocupada? Nuestra conversación fue como la de siempre, yo le dije "Hola", y ella me respondió con su normal; "Hola, ¿lo mismo de siempre?". Pero parecía distraída, hasta se equivocó con mi pedido, pero no me enoje, dudo mucho que aquello cambie "mi vida" completamente. Me despedí y fui a sentarme a una banca cercana para poder comer.
Miré a los otros seres, todos parecían estar entusiasmados... ¿Por qué? No había nada nuevo, me sentía confundido, como si fuera un extraño que recién llegaba a esta villa y no supiera que estaba pasando o celebrando en aquel momento. Tragué aquellos pequeños trozos dulces antes de hacer algo que probablemente me arrepentiría luego.
– Em Señor ¿Sabe que está pasando? – le pregunté a un hombre que se parecía a un oso gordito, sintiendo como mis nervios me atacaban por acercarme a alguien desconocido.
– Oh pequeño niño ¿No te enteraste? – Me dijo alegremente el señor oso, rarito. – Hoy mostrarán la nueva ruta del tren. –
– ¿Cuál tren? – pregunté mientras me fijaba como el color de sus ojos eran completamente blancos y su cuello era rodeado por un alambre con púas. ¡Auch!
El hombre rio, sacándome de mi trance y me señaló lo que parecía una estación de trenes. Era de color lila con toques amarillos. Escuche lo que parecía ser una bocina de tren, y logre ver aquella máquina. Su color parecía rojo vivo con tonos negros, como el de aquellas películas navideñas que daban a las doce de la noche. Me quedé mirando como aquella gran maquina se detenía, viendo como varios celebraban por su llegada. Unos subían y otros bajaban de aquel tren. Había muchos seres nuevos, muchos. Sentía como mi cuerpo se congelaba y que mis dedos se entumecieron por aquello. Todos me miraban. Ojos, solamente ojos viendo ansiosamente mi reacción riéndose de mi y lo que planeaba hacer... Volví a reaccionar y decidí irme a casa, nuevas personas vendrán en este lugar... No me gusta ver caras nuevas... Sentir aquella especie de miedo y dolor en mi cuerpo me traía malos recuerdos.
Dejé aquella bolsa en una mesita y fui a mi cuarto para acurrucarme en aquellas sábanas de mi cama. Estaba muy cansado, no sabía el porqué, sentir como mis parpados se cerraban y no querer hacer nada al respecto...
Desperté en un nuevo día, otra vez. Miré la hora ¿Por qué? Decidí levantarme y vestirme de otra forma por alguna razón. Planeaba hacer lo mismo de siempre, pero al ver una carta cambio mis planes. La tome para poder abrirla, era una invitación con un boleto sobre la nueva parada. Aquel boleto tena escrito El Bosque de Cristales con un montón de números y un dibujo en el centro de, vaya sorpresa, un bosque. Tomé aquella bolsa con el resto de mi desayuno y salí, me dirigí a la estación del tren sin antes saludar a Carnina.
Mire detalladamente aquel lugar, era simplemente hermoso, inconscientemente pase aquel boleto en la máquina para poder pasar, terminado por estar cerca de aquel tren. Entre en uno de sus vagones, no sabía por qué, pero la necesidad de hacerlo era grande. Mire el interior de este, traía a varios pasajeros de todas las formas o colores posibles. ¿Cómo habrán muerto?
– Disculpe joven. – Me di vuelta al escuchar aquella voz, vi a una señorita de cabello negro y vestida como azafata de un avión. Espera, ¿aquel trabajo aún sigue existiendo? O mejor aún, ¿Cuánto tiempo había estado divagando mientras observaba el lugar?
– Joven, tiene que sentarse, el tren empezará a moverse. – Me volvió a hablar, indicándome en donde debería sentarme, o eso creo.
– Uh... Claro, claro... Perdón, uh... – Evité el contacto visual, cubriéndome mi cara por temor a que me diga algo raro o malo. Apuesto mas por la segunda opción.
– Tranquilo, el timbre de voz no funciona desde hace dos meses. – Sentía como su tono de voz era bastante maternal... Y es incómodo, aunque creo que es por parecerme a un adolescente. Asentí mi cabeza y me dirigí a mi asiento.
Mientras el tren empezaba a moverse decidí mirar la otra cara aquel boleto, era blanco con un sol gris en el centro que parecía mas como una de esas estampillas para cartas que coleccionaba Annie...
Annie, ¿Cómo se encontrará ella hoy? ¿Seguirá viva? Espero que no haya decidido tomar mi camino Soy un mal amigo. Moví mi cabeza para evitar pensar en ello.
– Su atención por favor. – Hablo la misma mujer con la que me encontré hace un rato. – La parada Bosque de Cristal está cerca, repito, la parada Bosque de Cristal está cerca. – Y después de eso se fue a otro vagón.
– Vaya, eso sí fue rápido... – musité mientras miraba la ventana, el cielo parecía que iba a caerse en cualquier momento, hasta creo que vi como un ángel rosado caía por aquel espacio, como sí hubiera decidido lanzarse para encontrar el inexistente final del mundo.
Recordé la vez de como el cielo se cayo en aquella villa que vivía, fue el espectáculo más hermoso de todos. Ver como aquel lugar blanco se llenaba de tonos pasteles y estrellas de múltiples colores oscuros era bastante hermoso, creo que tomé una foto de aquel evento-
– Hemos llegado a la estación Bosque de Cristal, por favor todos los pasajeros que van a descender aquí háganlo ahora. – Habló una chica distinta. –– Repito, llegamos a la estación Bosque de Cristal, por favor –
Decidí ignorar el segundo llamado para poder levantarme y seguir a otras almas que se dirigían a la salida del vagón. Bajé de aquel tren y salí de aquella estación completamente solo, raro. Vi lo que parecía ser una especie de bosque que no tenía fin. A pesar de que los árboles parecían de cristal, se sentía como un bosque real.
Caminé por el interior de aquel lugar, mirando con asombro todo, se sentía bastante bien, me sentía ¿feliz? ¿Acaso así se sentía estar feliz? Por primera vez me sentía con vida, como si nunca hubiera saltado de aquel edificio. Seguí caminando en aquel bosque, llegando a un hermoso prado amarlo, corrí hasta llegar a algún centro inexistente, parecía infinito. Me acosté en aquel lugar, usando una piedra como si fuera una almohada para apoyar mi cabeza. Ver aquel cielo multicolor con estrellas negras y blancas, dos soles rosados y una luna blanca parecía estar en un sueño, sonreí por aquella vista.
Mi mirada se quedo en aquella luna, nunca me gusto aquellas clases sobre las estrellas y el universo, eran aburridas, pero, ver como aquellos astros tenían su lugar en el cielo y que su brillo siempre existiría me daba una sensación de compañía permanente. Recordando a mis dos únicas amigas, espero que a pesar de que mi mundo cayó al suelo, no se culpen de aquello.
Estiré mi mano al cielo, intentando agarrar alguna estrella con la esperanza de poder volver a verlas, sentía como algún liquido caía bajo mis mejillas, me levanté mientras intentaba parar aquella sensación de tristeza y llanto, retomando el camino a la estación.
Esperé en un banco que se encontraba por ahí, según el afiche de los horarios y el reloj, no debería de tardar mucho para que llegue. Miré como el cielo se tornaba de un gris oscuro- Espera. ¿Cuánto tiempo estuve aquí? Creí que eran solo unos diez minutos, como sea.
Escuché aquel sonido de que el tren estaba por llegar, me levanté y vi lo rápido que pasaba al frente mío. La misma azafata maternal que encontré en la mañana había abierto la puerta que estaba cerca de mí, y me reconoció... Oh no-
– Se te olvidó esto. – Me dijo mientras me daba aquella bolsa con mi comida a la vez de recibir unas palmaditas en la cabeza.
– Oh... Lo siento por eso – Me intente disculpar, recibiendo un gesto de no te preocupes acompañado de una risita. Entre en aquel vagón que ahora era bastante solitario y muerto.
Me senté en un lugar al azar y mire por la ventana, quizás debería de hacer otra cosa mañana, como conocer mejor a Carnina Sí, eso debería de hacer.

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[Un día distinto]
Cerita PendekUn joven decide de forma inconsciente salir de su rutina y normalidad, terminando por sanar aquellas pequeñas heridas del pasados. [Esto es un One-Shot]