4: Scorbus

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A Albus le tiemblan los dedos del pie

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A Albus le tiemblan los dedos del pie. Y  no es un lugar que generalmente le tiemble, pero sus nervios lo consumieron hace varias horas y ya no le extrañaría nada. Es más, si no hubiera sido porque su propia hermana cruzo de la mesa de Ravenclaw a la suya para llevarlo a la cancha, preguntando porque lucia verdoso y a punto de vomitar, Albus quizás habría olvidado el partido.

Pero allí estaba, sosteniendo la ridícula pancarta que le habia obligado a llevar Alexia Zabini, con palabras de aliento hacia Scorpius. Al principio, habia deseado que la tierra se lo tragase mientras buscaba un asiento en las gradas, considerando quemar el maldito cartel. Sin embargo, todas sus preocupaciones se esfumaron cuando los equipos salieron a la cancha.

Su mirada se dirigió inmediatamente hacia Scorpius y trago saliva. Nunca se acostumbraría a lo bien que le sentaba el uniforme de quidditch, la forma en la que el sol hacia brillar su cabello, que caía suavemente sobre su frente hasta que Scorpius lo apartaba con un movimiento y...

Antes de que Albus reaccionara, el partido habia comenzado mientras el babeaba, prácticamente y perdió su oportunidad de incinerar la pancarta, porque Scorpius miraba directamente hacia él y distinguía su sorpresa y alegría al verlo apoyándolo, cuando sabía que no le interesaba el deporte. Fue tal su expresión de alegría que Albus se vio incapaz de deshacerse de ella y a regañadientes la eleva sobre su cabeza. Scorpius le sonríe antes de comenzar a volar por la cancha buscando la snitch.

Todo sucede demasiado rápido. La pelota pasa de mano en mano de los jugadores vestidos de verde, hasta que se la quitan los de uniforme azul y así sucesivamente. Albus se encuentra mareándose por los jugadores, las bludgers que intentan derribar gente a toda costa y seguir con la mirada a Scorpius. Eso último es más sencillo. Rindiéndose con el partido en sí, Albus se limita a observar las jugadas de su mejor amigo.

Albus tiene opiniones divididas sobre ese partido. Quiere que su casa gane, por supuesto, ya que esa victoria además provocara que Scorpius sonría más. Sin embargo, Alexia Zabini lo obligo a apostar y sabe que si Slytherin gana el partido, el tendrá que cumplir con su promesa.

Después de verlo suspirar durante meses, su amiga lo habia obligado a apostar. Las reglas eran sencillas; Si Slytherin perdía el partido, ella lo dejaba en paz para siempre con su amor no correspondido (aunque tampoco se hubiese confesado ni recibido una negativa) pero si Slytherin ganaba, Albus debía confesarle de una vez por todas sus sentimientos a Scorpius.

No hubiera aceptado, pero Zabini era particularmente persuasiva cuando quería, persiguiéndolo por todo el castillo y además, a una pequeña parte de Albus le gustaba la idea. Sabía que si no era de esa forma, obligado por una apuesta, jamás reuniría el valor necesario para confesar su amor.

De todas formas, aun no tenía idea de lo que haría si Slytherin ganaba. No tenía un flamante discurso preparado ni nada parecido. En ese momento, su mente estaba atestada por dos solas cosas; rezar a Merlín porque su casa perdiera, por muy humillante que fuera y la otra mitad, observaba embobada a Scorpius volar con los pantalones del uniforme, que dejaban poco a la imaginación.

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