Era un precioso día de otoño, las hojas se sacudían con el viento y la luz del sol hacía que las hojas anaranjadas de los árboles brillaran.
En su casa, la familia Rengoku-Tomioka estaba haciendo planes para aquella tarde, cuando de la nada...
—¡Buenas, buenas! —gritó Sabito entrando a la casa pateando la puerta, seguido de cerca por Makomo y Tsukako.
—¡Ay conchasumare! —escucharon a alguien gritar desde la cocina.
Sucesivamente, las cabezas de Kyojuro y Giyuu se asomaron desde la puerta de la cocina, observando a los hermanos del azabache, quienes por quinta vez en el mes habían allanado su morada como si nada.
—hola —atinó a saludar Giyuu, un poco avergonzado por que hayan escuchado su gritillo.
—¿Dónde están los niños? —preguntó Makomo.
"A este punto ya no se si vienen por nosotros o por los niños", pensó el azabache, convirtiendo su rostro tranquilo en una cara de póker.
—seguro están arriba —respondió su esposo por él.
Ni dos segundos después, escucharon tres puertas abrirse y cerrarse de golpe, sucesivamente apreciaron dos manchas, una amarilla y una negra bajar corriendo las escaleras mientras gritaban:
—¡TÍAAAAAAAAAAAAAAS! —para sucesivamente envolver en un abrazo a sus dos tías.
Ikki había sido la mancha amarilla, era prácticamente idéntico a su padre Kyojuro, exceptuando el hecho de que había heredado los ojitos azules de Giyuu. Mientras que Fuji (quien había sido la otra mancha), tenía él cabello negro de su padre, con la única diferencia de que el lo utilizaba corto, y también tenía los ojos ámbar de su padre.
Una tercera persona bajó por las escaleras de una forma más tranquila, pero no menos apresurada. La única hija de la familia y hermana gemela de Fuji, Reiko, una muchacha bajita de cabello negro como su gemelo y ojos anaranjados que, según Kyojuro, fueron herencia de su abuela Ruka Rengoku.
—Hola tío Sabito —saludó con voz tenue una vez que se encontró frente a su tío favorito.
—hola peque —le devolvió el saludo él con ese mote que le había impuesto desde que era una bebé mientras le revolvía el cabello cariñosamente.
—¿Qué hacen aquí? —preguntó el mayor de los hermanos. Aún sin soltar a su tía Makomo.
—estábamos de paso y quisimos pasar a verlos. Uy y les compramos unas cosas —la sala se llenó de vítores por parte de los menores.
Por su parte, la pareja se limitó a sonreír nerviosamente.
"Que mentira más descarada", pensó Giyuu, claro, como si no los conociera.
Sus hermanos no podían simplemente admitir que habían ido a su casa a consentir a sus sobrinos solo porque les daba la gana. Cuando eran niños habían empezado con dulces y juguetes y ahora les traían desde libros, ropa hasta una maldita consola de videojuegos (y ni siquiera navidad era una excusa, aunque en esa época del año siempre se superaban, les dieron la consola a mitad de primavera solo porque sí), ya les habían explicado que no era necesario que les dieran todas esas cosas antes de navidad, pero bueno, al parecer esos tres no iban a aprender.
Aquel día consintieron a esos tres adolescentes con un videojuego nuevo, un libro para cada uno, unos suéteres y espadas de cosplay para Halloween.
—bueno, por una vez llegaron en un buen momento —dijo Kyojuro mirando a su pareja, quien se sobaba el puente de la nariz con clara desaprobación hacía sus hermanos y la forma en la que consentían de más a sus hijos.
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Married Life | | KYOGIYUU FAMILY | |
FanfictionDespués de varios años casados, Giyuu y Kyojuro decidieron hacer mas grande su familia concibiendo a tres hijos: Ikki, el mayor, y los gemelos, Reiko y Fuji. Sin saber que al tomar esta decisión estaban comprando un boleto a una vida llena de locura...