El matrimonio

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El rey parecía divertido con mi propuesta.– Tienes mi permiso–. Dijo con la avaricia brillando en sus ojos.

Asentí dándole la señal a amaru para que trajeran mis regalos de compromiso a mi futuro esposo.

Me acerque hacia donde estaba Devon sentado,  estando esté en el último asiento de la sangre real.

El asiento estaba descuidado no brillaba igual que todos los demás y mirando su atuendo más de cerca este lucia elegante pero desgastado. Solo lo tenían allí para mantener las apariencias.

El sirviente que lo había guiado a su asiento me miró con preocupación, cerrando los ojos cuando estaba frente a su amo.

Tome las manos de Devon entre las mías y me arrodille.–Devon está es la segunda vez que nos encontramos, la primera vez fue cuando vine a mi primer banquete, desde esa vez no he podido sacarte de mis pensamientos–. Suspiré tratando de encontrar valor en mi.–Me enamore de ti a primera vista y no deseo nada más que unirme a ti. O como ustedes dicen casarme contigo.

Por encima de la venda negra que cubria sus ojos ambas cejas se alzaron y en su boca ser formo una gran o. Claramente sorprendido por mi propuesta.

Su pobre sirviente se desmayo siendo asistido por sus compañeros. Es una lastima, tiene un bonito rostro no deseo que se le arruine por mi culpa.

Nadie se lo esperaba, el viejo roba aire del rey se desplomó en su asiento, la reina vanidosa casi se desmaya, las quijadas de las princesas cayeron al suelo y  en la boca del principe heredero se formo una sonrisa genuina. Algo que pocas veces pasaba.

No solo ellos casi se habían desmayado, las personas de todo el salón estaban ajetreadas.

–¿Me aceptas?–Pregunte levantándome y acariciando su mejilla.

Se encogió ante mi toque.–Mi padre ya te dió el permiso, no necesitas mi opinión–. Dijo con voz neutral.

Me acerque a su oreja–Pero lo quiero. Soy una mujer codiciosa, quiero todo de ti, tus sonrisas, tus mañanas, tus noches, tu calor, tus regaños, tu confianza, tu corazón, tu cuerpo–. Susurré con suavidad, trazando un camino en su pecho.

Claramente el se sorprendió.–Yo.... estoy bien con eso. Solo prométeme que me vas a tratar bien–. Contesto nervioso tartamudeando en cada palabra con sus mejillas teñidas de un rojo intenso.

«Estoy tan feliz en este instante que siento que podría cazar un oso» Pensé al borde de las lágrimas.

Por fin podré tener a Davon en mis brazos. Las noches frescas me acurrucarme entre sus brazos y en los calurosos días voy a bañarme con el en el río.

Regrese a mi antiguo lugar.–Ya que el príncipe Devon me ha a aceptado voy a presentar mis regalos de compromiso. Los cuales en unos momentos van a llegar–. Sonreí alegremente. Estaba ansiosa por ver qué le gustaba y que le disgustaba a mi ya casi esposo.

Teniendo en cuanta su condición traje conmigo todo tipo de texturas maravillosas y estatuas con formas extrañas, para que el pueda sentirlas.

Tal y como prometí las puertas no tardaron en abrirse de nuevo pero está vez no anunciaron a nadie.

Todos en el salón parecían confundidos pues entraron varias personas que no parecían encajar con sus estándares cargando con varias cajas. Por último entro Ikel jalando una enorme jaula dorada.

Todos las cajas se dejaron detrás de mi al igual que la jaula.

–Estos son mis regalos de compromiso espero y no te moleste que sean tan pocos, si no son suficientes llegando a la isla te daré más–. Dije son superioridad, en mi isla había tanto oro y "joyas" como le dicen los aristócratas que para nosotros eran cosas sin valor alguno.

Tácticas para robar el corazón del principe olvidadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora