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EL JOVEN MONET se disculpó por enésima vez a pesar de que Rosalie lo rechazó . En el momento en que se sentaron en el auto, Alaska había estado divagando sobre por qué no se presentó en la parada del autobús, alegando que se había olvidado por completo. Esto fue completamente sospechoso para el Monet mayor porque su hermana nunca olvidó un evento, pero estaba demasiado cansada para cuestionarlo en ese momento. Rosalie apoyó la cabeza de lado en la ventana durante todo el viaje, hablando solo cuando era necesario. Ser secuestrado fue agotador, eso es seguro.
"ㅡ Papá está en Asheville en este momento, creo que tiene un viaje de negocios o algo así; y probablemente mamá no estará en casa hasta las tres de la mañana. La conoces, es como si viviera en el hospital ㅡ"
—¿Qué hay de Jacob?— Preguntó Rosalie, mirando el asiento del conductor donde estaba sentada Alaska. Jacob, que acababa de cumplir 15 años, era el menor de los hermanos Monet. Era dulce y tonto, la morena lo adoraba positivamente en todo su esplendor larguirucho.
—Bueno ... creo que está en la casa de los Gilbert con Jeremy ㅡ los conoces, absolutamente inseparables ㅡ jugando con su Xbox.— Alaska miró furtivamente a su hermana, —Entonces, solo somos tú y yo. ¿Qué quieres hacer?—
Rosalie estaba a punto de decir que todo lo que quería hacer era quedarse en su antigua habitación y dormir durante un millón de años, pero el cansancio y la conmoción inicial del encuentro de esta noche se desvanecieron al ver la mirada esperanzada en los ojos de Alaska. No pudo resistirse a negar a su hermana, especialmente porque había pasado mucho tiempo antes de que pudieran pasar un tiempo de calidad juntas. —Podemos tener un maratón de películas, si quieres. Entonces, puedes ponerme al día sobre todos tus jugosos secretos.—
El joven Monet se rió a carcajadas cuando Rosalie movió las cejas de manera sugerente. —¡¿Qué?!— el mayor resopló, —Has crecido mucho desde la última vez que te vi. ¡Ni siquiera recuerdo que supieras cómo conducir sin chocarte y ahora eres el que está en el asiento del conductor!—
Alaska negó con la cabeza con una sonrisa en su rostro, —Es bueno tenerte de vuelta, Ro.—
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Un hombre de cabello azabache estaba parado en su porche cuando se detuvieron en el camino de entrada. Estaba apoyado en la barandilla de madera, su espalda, vestida con una chaqueta de cuero negro, estaba frente a ellos. Rosalie entrecerró los ojos hacia la oscuridad, tratando de vislumbrar sus rasgos, —¿Quién es ese?—
