Elizabeth
Desde pequeña el cumple de mamá se celebra junto con mis tíos Albert y Julisa; y mis primas Keyla y Maraysa. Ellos se quedan en casa durante tres días cada vez que nos visitan. Su estadía aquí es sumamente esperada por mí; hacemos una gran cena donde las mujeres cocinan y los hombres limpian los trastes. A pesar de nuestra edad mis primas y yo seguimos haciendo pijamadas todos los años, ha sido así desde mi séptimo grado. En esta hacemos maratones de películas, juegos de mesa, el "Yo nunca, nunca" con cervezas desde que tuvimos suficiente edad para beber. Las mascarillas faciales son un clásico para nosotras, pintarnos las uñas, maquillarnos para luego tirarnos fotos y por supuesto que ese día tiene que quedar registrado en nuestras redes sociales. Sumada en esta serie de actividades está María Elisa, mi mejor amiga a quien conozco desde muy pequeña, y desde que mi mi mamá se mudó con su nuevo marido y yo, toma participación en todas las festividades de mi familia.
Las más jóvenes decidimos preparar la cena y dejar charlando a los mayores, y aunque mamá insistió en ayudar, le prohibimos entrar a la cocina.
Llegadas las siete de la noche, nos sentamos todos a la mesa a comer mientras contamos historias, como siempre hacemos, y que la mayoría se repiten cada año.
-Cuando Jul y yo éramos novios, un día sucedió que -contaba mi tío- estando sentados en el segundo piso de la escuela, mientras charlábamos, unos muchachos se encontraban jugando football cerca de nosotros; y de un momento a otro la pelota sale del juego dirigida hacia mi. No me dio tiempo a reaccionar, por lo que el balón me golpeo en la cabeza -gesticula al tiempo que avanza la historia-. Me caí hacía atrás del muro en el que estaba sentado, chocando de espaldas contra una barra de hierro. Julisa gritaba como loca mi nombre, llamando la atención de todos en el lugar, y cuando llegaron a donde estaba yo me llevaron a la enfermería. Las enfermeras me revisaron detalladamente, completito; y qué creen? Nada, enterito en una sola pieza y sin fracturas.
Luego de esa historia lo bautizamos como el "Titán de hierro". En un primer momento nos asombramos, pero después no nos quedó más remedio que reírnos de su infortunio, y a la vez, suerte. Mis tíos y William, el esposo de mi mamá, contaban anécdotas como si estuvieran compitiendo por la mejor historia de la noche. Mi mamá era la más callada así que la animamos a hablar.
-Cuando tenía unos diecisiete o dieciocho años, Julisa y yo nos repartíamos los quehaceres domésticos -mira a mi tía con una sonrisa culpable-. Le decía a ella que limpiara la casa y que luego yo limpiaría los trastes al terminar la cena, pero al final del día, terminaba ella haciendo mi parte también. Después de cenar mis padres se iban a dormir temprano y yo me quedaba despierta esperando a que se acostaran para vestirme con uno de mis vestidos preferidos, uno de esos cortos y ajustados en todo el cuerpo; me maquillaba y salía de fiesta con mis amigos. Al otro día, en la cocina todo estaba en orden. Para mi hermana no era opción dejar el desastre intacto, ya que al despertarse nuestros padres, nos castigarían a las dos por igual.
-Nunca se me ha olvidado tu descaro. Emilia era toda una tramposa, y además rebelde -dijo mi tía.
-Lástima que ese método nunca lo pudimos usar nosotras -habla Keyla dirigiéndose a sus padres-, ustedes son dos luciérnagas por la noche, no hay como escaparse.
-Así mismo es -afirma Maraysa y todos reímos.
-Hablando de fiestas -digo yo-,mañana viernes es la inauguración del bar que queda a tres cuadras de aquí.
-Hace tres días que pasé por el frente de ese bar y estaba quedando hermoso-comenta mamá.
-¿Qué dicen entonces? -les pregunto a mis primas y a María.
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Nathan & Elizabeth
RomanceTanto Nathan como Elizabeth comienzan nuevos caminos. Él no espera encontrarse con ella; una chica independiente, segura de sí misma y sensual nivel dios. Ella, a pesar de su inteligencia y de ser inevitablemente calculadora, no contó con la precens...